Os adelantábamos hace poco tiempo que este año 2021 era un buen momento para matricularse en alguna de las posibilidades de formación online, cada vez más numerosas y con una amplia variedad temática. En ese artículo os enumerábamos algunas de las ventajas que tiene esta alternativa como, por ejemplo, el hecho de adquirir conocimientos transversales relacionados con la tecnología y sus posibilidades; también hablamos de la flexibilidad y de la disponibilidad de materiales complementarios de cómodo acceso, entre otros aspectos.
Precisamente, la flexibilidad y comodidad son dos elementos que los estudiantes virtuales refieren frecuentemente como grandes ventajas que decantan su elección hacia la formación online. El hecho de no tener un horario estricto (excepto en contados casos de retransmisiones en directo o tutorías) permite adaptar su horario a esta experiencia educativa. También el ahorro de eliminar los desplazamientos (tanto en tiempo como en dinero). Por otra parte, al disminuir el coste de los centros presenciales, los centros formativos también están ampliando su oferta y la frecuencia de los cursos, ya sean estos profesionales o de ocio. De hecho, cada vez son más las carreras universitarias, los másteres y la formación ejecutiva que se está impartiendo online.
Todo ello nos lleva a reflexionar si, tal vez, la sustitución vaya a ser completa; es decir, si la formación presencial va a quedar como algo residual o anecdótico en un futuro próximo. Bien, es evidente que la versión online está comiendo terreno a gran velocidad por las razones que ya hemos expuesto; sin embargo, todavía hay una parte sustancial que requiere presencia física, especialmente en aspectos técnicos y específicos de algunos oficios. Por otra parte, la vertiente más social, algo que no debemos subestimar en absoluto, gana por goleada en la variante presencial, aunque se esté trabajando en ello a nivel virtual con chats y otras herramientas.
Pero nada ocurre por casualidad y si el método online funciona es porque los usuarios encuentran un notable atractivo en él, más allá de las ventajas enumeradas. Al ser un negocio a medio camino entre emergente y consolidado, las empresas que se centran en este mercado son cada vez más creativas e introducen algunos alicientes, como herramientas novedosas o profesores que atraen a una mayor cantidad de público.
Una de las posibilidades más atractivas es la de recibir clases online de verdaderos expertos en la materia. Hablamos de personas que se han hecho famosas por su trabajo y que conocen bien la profesión, por lo que resulta un verdadero placer ver cómo explican aquello en lo que son los número uno. Un ejemplo claro es el de “MasterClass”, donde directores de cine como Martin Scorsese o James Cameron, cocineros como Gordon Ramsey o tenistas como Serena Williams comparten los conocimientos y secretos de su profesión con el gran público. Otro de los casos que podemos encontrar es el de los expertos que crearon una academia online: por ejemplo, el jugador de poker alemán, Felix Schneiders, ha creado la escuela “IntelliPoker” para poder enseñar a todos los usuarios que quieran aumentar su pericia en este juego. Incluso Madonna se ha lanzado al ruedo con “Bright”, otra plataforma de enseñanza de clases magistrales con nombres como los de Naomi Campbell o Ashton Kutcher, por poner algunos ejemplos.
Otro de los reclamos es la posibilidad de formarse gratis: como ya hemos señalado anteriormente, la drástica reducción de costes de la modalidad online permite abaratar la oferta, y muchos organismos públicos están subvencionando una parte (o todo) de algunos cursos, especialmente a nivel ocupacional. También el hecho de que muchos hogares ya cuenten con una “infraestructura” tecnológica ayuda a que los alumnos no tengan que hacer un desembolso adicional (excepto, tal vez, comprar algún micrófono o webcam).
En definitiva, si bien no de forma completa, parece que la formación online está en vías de suceder, de forma rotunda, a la educación tradicional. Sin embargo, como decíamos, existen todavía áreas en las que eso va a resultar difícil, como aquellas más basadas en aspectos técnicos o, evidentemente, las que afectan a la educación primaria, donde necesariamente se debe mantener, de forma mayoritaria, la presencialidad.