Un cuervo estaba sentado en un árbol, sin hacer nada todo el día. Un pequeño conejo se dio cuenta de esto y le pregunto:
¿Puedo sentarme como tú y pasarme todo el día sin hacer nada?
El cuervo respondió: ¡Claro! ¿Por que no?
El conejo se sentó en el suelo, y descanso.
Repentinamente, apareció un lobo salto encima del conejo y se lo comió.
Moraleja: «Para estar sentado sin hacer nada, debes estar muy, muy alto».