Cuando un marino desembarca en Paita (Piura-Perú) luego de una larga travesía, lo primero que busca sus ojos es donde se encuentra izada “La Banderita Blanca”, señal inequívoca que en ese domicilio se expende la deliciosa Chicha Piurana, se espera el desembarco y como si los zapatos de cada marino cobrara vida, se dirigen alegremente al encuentro de la casa que anuncia que hay Chicha para vender.
En Paita solo se paga la chicha, el piqueo, ceviche y pescadito son el “cariño” de la casa.
Como no recordar la chicheria de la “Baila Bonito”, la dueña, una china (mujer) prieta madura nos recibía con alegría y en la mano portaba un “poto” (taza), con chicha mellicera, nos acomodábamos en unas viejas bancas y salía las jarras de chicha y como muestra de aprecio llegaba el ceviche de pescado, ¡ah!. Tenia que ser de “Mero murique”, el ensevichado de cachema con sus huesos para absorber hasta su última fibra y el sorbo de chicha.
Cuando la alegría toma velocidad, un viejo tocadiscos empezaba a funcionar y las hijas de esta hermosa familia eran nuestras anfitrionas en el baile.
Muy cerca casi llegando a la plaza de armas y muy escondida, los marinos mas viejos ingresaban a la “Trenza de oro”, casa de una prieta piurana que muy tímidamente ponía su banderita blanca, su cabello de esta respetable matrona terminaba en una hermosa trenza de color del sol del norte.
La diversión era mas hermosa en los últimos días de Setiembre porque la fiesta era para la “ Virgen de la Mercedes”, patrona de Paita, imposible de no llegar a la casa de “La Ojo de Uva”, mujer de ojos enormes, negros como el carbón y de un andar inquietante, su chicha y su el ceviche era el mejor premio de una larga travesía.
Y todo por “La Banderita Blanca”.
En Chiclayo, luego de bajar en Pimentel, chingillo de por medio, llegábamos a la casa de “LA BALAZO”, mujer de armas tomar.
Cuentan que una ocasión un parroquiano no quiso pagar la Chicha y una bala atravesó la sala y la oreja del sinvergüenza, pago al instante con propina y todo incluido, desde ese día , “vamos a la balazo”, su bandera blanca nos decía que la chicha nos estaba esperando y cuando en el asta de esa bandera ponía un aji amarillo, sinónimo que hoy había preparado “pepián de pava”.
Mis honores cuando salía “El espesado de carne” plato de fondo, mezcla de choclo molido con culantro, es de color verde la preparación y si no es en plato hondo, el reclamo pone el son, se sirve con abundante arroz amarillo, la carne de res en su brillo, yucas, lentejas y ají, Ah! Su atracción final, caballita salada.
Había que visitar la casa de “Juana la monse” (la llamábamos así porque la hermosa Juanita había nacido en Monsefu), hay bandera en casa de Juana era el aviso, hoy hay chicha, jarana y la “panquita de Life”. Que delicia, me anoto con el sudado de pescado, Juanita hacia honor al nombre de Chiclayo, Tierra de la amistad.
Y todo por “La Banderita Blanca”
Lo que escribo son recuerdos de los añorados cruceros de verano en el B.A.P. “Almirante Grau”, década del 74 al 80, que nostalgia y alegría.
En este mes que se nos fue El Sambo Cavero, quien llegó al mundo un viernes, antes de comenzar la jarana; en la cuadra 11 de la Avenida Abancay. Como acto de premonición, el Solar, Quinta o Callejón donde nació tiene un nombre relacionado con la Chicha, la alegría, la jarana y las ricas comidas: “LA BANDERITA BLANCA”, y como queriendo cumplir la décima criolla también se fue antes de comenzar la jarana también «un viernes». Buen peruano, fue profesor de Primaria, al fin al cabo: UN MAESTRO; “Zambo” así te recordaremos como el “Negro” que canto al Perú en momentos cumbres y difíciles, el hombre que le puso alegría a los corazones peruanos en medio de las tristezas, gracias Arturo ”Zambo” Cavero.
Naciste en el callejón de la alegria: “La Banderita Blanca”.
Cuando lejos de mi hogar, escuchaba en tu voz, “Cariño Bonito”, los ojos de mi amada Chabela las veía,……, “Donde se encuentran tus ojos chinitos”. Y que siga la Jarana
Por: Rodolfo TAFUR Zevallos
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