Resulta difícil dedicar unas líneas al legado dejado por Iván Kisic, Jason Nanka, Lorena Valdivia y María Huamaní. A veces creemos que el destino es muy cruel al llevarse a tan talentosos representantes de nuestra gastronomía nacional.
Ayacucho fue testigo de la última obra de los mencionados chefs en beneficio de nuestra gastronomía. Participaron en actividades comunales como la siembra de papa y cocinarlas bajo tierra. Luego de ello, reinó el silencio de las cucharas y las ollas y reinó el lamento por la pérdida de personajes que contribuyeron enormemente, al crecimiento de nuestra riqueza gastronómica.
Iván Kisic:
Para Gastón Acurio, Kisic era el futuro de la comida peruana y perteneció a la generación que se encargó de relanzar nuestra calidad gastronómica al mundo.
Estudió en Le Cordon Bleu de Otawa (Canadá) y paseó su magia culinaria por restaurantes importantes de Australia, Madrid y Londres. Creyó conveniente que el regreso al Perú era ya necesario y lo hizo por la puerta grande. Ingresó a trabajar a «La 73» y «Cala» y por su enorme capacidad para la creación de platos fusión, participó en el video «Perú Nebraska».
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Jason Nanka y Lorena Valdivia:
Se conocieron en Australia hace casi 6 años y desde ahí, decidieron emprender una aventura eterna. En el 2007, Valdivia invitó a Nanka al Perú y el joven australiano decidió quedarse junto a su amada en nuestro país.
Jason Nanka no solo se enamoró de Lorena, sino también de la gastronomía nacional, y ello los motivó a abrir «Nanka», un lugar ubicado en La Molina donde se imponía el buen sabor y la gastronomía sana y sostenible.
Gastón Acurio sintetizó la pérdida de ambos: «hoy se fueron “nuestra joven futura lideresa y el que vino a amar al (y él) Perú”. Una unión que deja huella en la gastronomía peruana.».
María Huamaní:
Ayacucho tuvo en ella a una digna representante. Participó con éxito en las ediciones de Mistura y fue una incansable luchadora por la vigencia de los productos nativos de nuestra serranía en la gastronomía.
Fue propietaria del restaurant «Karabotas» y su pérdida es sentida no solo en Huamanga, sino también en quienes la conocieron y supieron de sus bondades en favor de la cocina nacional. Siempre, intentó unir a su querido Ayacucho y a Lima mediante un mensaje de paz en forma de papas nativas.
Estamos sin duda, ante una pérdida irreparable y muy sentida. Sin ellos, la cocina peruana tendrá un espacio vacío muy, pero muy difícil de cubrir. Desde este espacio, lamentamos lo ocurrido a los familiares y amigos de tan dignos chefs.