Dicen que someterse a un cambio de look en el quirófano siempre trae sus riesgos, por los elementos de dudosa procedencia que se suelen usar en este tipo de tratamientos.
Hay un tratamiento simple, procedente de una antigua técnica tailandesa, que consiste en someterse a varias sesiones de palmadas rítmicas para aumentar el volumen de los pechos o la redondez de las nalgas.
Este tratamiento moldea y vigoriza las carnes flácidas o mal distribuídas a punta de manotazos, según el tratamiento de la clínica Tobnom de Bangok (Tailandia), donde las palmadas se aplican al ritmo de canciones de Beyonce o Lady Gaga.
«Es una tradición familiar. La técnica la aprendí de mi abuela y ella de mi bisabuela», explicó a los medios locales Khemmikka Na Songkhla, directora de la clínica.
Khemmikka indica que los pechos aumentan hasta dos tallas, dependiendo de la fisonomía del paciente. El tratamiento requiere como mínimo de cuatro sesiones, combinando pellizcos y masajes. Los manotazos y las bofetadas se aplican cuando se requiere corregir alguna imperfección facial.
Los resultados duran entre uno y tres años y no presentan ninguna contraindicación al menos, el dolor de los golpes después del tratamiento.
«Duele pero vale la pena», señaló una paciente mientras explicaba que el lado izquierdo de su rostro luce tenso y vigoroso después de cuatro sesiones de bofetadas. «Todavía me falta el lado derecho», agregó.
Hace años, una clienta que desarrolló cáncer de mama, responsabilizó del tratamiento a Khemmikka. El Ministerio de Sanidad de Tailandia abrió una investigación y certificó que el tratamiento no afectaba a la salud. En 2003 le concedieron una licencia a Tobnom para que funcionara como centro de medicina tradicional.
Y aunque Khemmikka rechaza las cirugías plásticas e implantes por sus métodos «invasivos» y sus altos precios, las palmadas no se quedan atrás.
«El precio aumenta en las partes que necesitan más esfuerzo», explica Khemmikka, quien asegura que en 25 años ha golpeado a unas 10.000 personas.