La Ciudad de Lima tiene varios apelativos a través de sus 536 de existencia: «Ciudad de los Reyes», «Ciudad Jardín», «Reina y Perla del Pacífico», «La tres veces coronada villa», «Ciudad de campanas y de campanillas» y otros títulos nobiliarios que se ganó por su belleza, poesía y cultura que en ella había. Pero, contrastando con ello, a Lima también la han llamado «La ciudad de los gallinazos» y «Lima la horrible».
A inicios del siglo XVII, la ciudad de Lima tenía 25 mil habitantes. Diecisiete años después, su población fue más del doble ya que, según el Padre Cobo, en 1630, Lima tenía 60,000 habitantes de los cuales 5,000 eran indios y 30,000 eran negros, el resto eran españoles. Lo que significa que, por ese tiempo, la población de raza negra era mayoría en Lima. Por ello, «Quien no tiene de inga tiene de mandinga».
En la actualidad, las mascotas de la casa son los perros y gatos. Sin embargo, en los inicios de la década de los 40’s, los habitantes de la Quinta Heeren en Barrios Altos, tenía un cóndor como mascota. «La Pochola» era el nombre con el cual se le conocía a este personaje que llegó a ser muy popular en esa tradicional quinta limeña que forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
«La Pochola» solía jugar con los vecinos de la quinta y hasta con los perros que allí habitaban, pero le gustaba salirse de la quinta, de vez en cuando, y cuando la gente que circulaba por el Jr. Junín la veía, se quedaba aterrorizada y hasta el tráfico se detenía, sobre todo, cuando a «La Pochola» se le ocurría abrir sus grandes alas. En una de esas escapadas, un tranvía atropelló a «La Pochola» matándola y dejando muy sentidos a todos los vecinos de la famosa quinta ya que no iban a poder gozar más de la presencia y el cariño de su mascota.
En el Jirón Trujillo, distrito del Rímac, se encuentra la iglesia más pequeña del mundo, «Nuestra Señora del Rosario», que también se le conoce como “Capillita del Puente”, por hallarse cerca del Puente de Piedra. Las dimensiones de la iglesia son de 8 metros de ancho por 12 metros de profundidad.
El Amancay, una flor atractiva que es emblema de la ciudad de Lima, puede ser admirada sólo tres semanas al año brotando alrededor del 24 de junio para luego desfallecer a mediados de julio. La Pampa de Amancaes, en el Rímac, debe su nombre a la flor y fue escenario de una de las fiestas costumbristas que formaba parte de las tradiciones de la ciudad de Lima, «La Fiesta de Amancaes». Hoy en día el amancay ha desaparecido por completo del Rímac y la Pampa de Amancaes queda sólo en el recuerdo y en la letra de algunas canciones criollas que la mencionan. Pero se puede encontrar el amancay en las lomas de Pachacámac, en un área protegida que ha tomado el nombre de «Santuario del Amancay».
«La Huerta Perdida», uno de los lugares más tugurizados de Lima y que, lamentablemente, fue convertido en cuna y refugio de delincuentes, no debe su nombre al hecho de que la gente se pierda allí sino que durante la colonia el virrey La Serna con su esposa mandaron preparar una huerta hermosa en esa zona para lo cual hasta ordenaron que les trajeran de España cinco mil plantas. La huerta era tan bella que no sólo causaba admiración sino también la envidia de algunos que decidieron robar las plantas, de a poco, por las noches. Llegó un día en que ya no quedaban plantas en dicha huerta así que el virrey y su esposa, tristes por el hecho aquel, decidieron llamarla «La Huerta Perdida».
La Calle Capón, la puerta de entrada al Barrio Chino, no debe su nombre a algún chino o palabra china. Los primeros chinos que llegaron al Perú en 1849, se empezaron a ubicar en Lima recién en 1855 en el ‘Callejón Otayza’, que quedaba en la esquina entre el Jr. Ayacucho y Jr. Ucayali, donde empieza la Calle Capón. En ese callejón, los chinos vivían hacinados durmiendo hasta en los suelos de las habitaciones. En la finca del costado del callejón aquel, vivían 420 chinos repartidos en 63 celdas diminutas…..
El origen del nombre de la Calle Capón se remonta al siglo XVII, doscientos años antes que llegaran al Perú los primeros inmigrantes chinos, cuando en esa calle vivía un sacerdote de nombre Manuel Loayza quien tenía como apodo «Capón», así que desde el siglo XVII esa calle se conoció con el apodo del mencionado sacerdote. La Calle Capón, en el actual Jr. Ucayali, era también una cuadra grande que abarcaba desde el actual Jr. Ayacucho hasta el Jr. Paruro; lo que significa que comprendía a las actuales sexta y séptima cuadras del Jr. Ucayali, como figura en el plano de Lima de 1858. Sin embargo, hoy en día llaman solamente Calle Capón, por desconocimiento, a la parte comprendida entre el Jr. Andahuaylas y el Jr. Paruro, que vendría a ser la séptima cuadra del Jr. Ucayali.
Cuando los chinos que se establecieron en Lima llamaban a comer, decían «chi fan», que significa a comer arroz. El ingenio y la «chispa» del limeño relacionó aquello con los lugares donde se expendía la comida china procediendo a llamarlos «Chifa». En la actualidad «Chifa» es el restaurante chino.
Fuente: Darío Mejía (Desde Melbourne- Australia)