No todos los días, un policía puede abandonar su empleo para cambiar radicalmente de ocupación y dedicarse a la enseñanza del »pole-dancing», conocido como el baile de barra en otros sitios.
Precisamente en 2012, Gong Yifei, un ciudadano chino , cree que esta modalidad de baile debe ser respetada como un arte. Entrena en el »Luolan Pole Dancing Club» en Pekín, la primera y más grande cadena de escuelas de pole-dancing de China.
«Tengo 24 años y amo el baile de la barra desde que era un niño», explica. «Pero tomar lecciones no era una opción. Sólo empecé a practicarlo de adulto después de ver un anuncio de Luolan.»
Antes de dedicarse a esto, Yifei se dedicaba a una vida completamente distinta a la que lleva ahora. A los 18 años se unió al ejército y desde allí lo enviaron a entrenarse como agente de policía armado. Allí mostró potencial en las operaciones de rescate de rehenes y fue promocionado como líder de escuadrón.
Yifei señaló que su decisión de abandonar el campo de batalla y optar por el baile de barra dejó perplejos a sus profesores. No obstante, sus padres se mostraron muy comprensivos y lo han apoyado en todo momento.
Entrenar a un nivel alto en este tipo de baile es extremadamente riguroso y requiere mucha disciplina.
Los estudiantes pasan la primera hora estirándose antes de dedicar otra a fortalecer su cuerpo. La siguiente media hora es más fácil, se dedican a trabajar en sus propias ideas para movimientos de danza. Sólo después de dos horas y media comienza la rutina de la coreografía.
Después de eso, es hora de volver a trabajar en la fortaleza, la flexibilidad y la práctica de movimientos específicos en la barra.
«Me encanta como el pole-dancing ha tonificado mis músculos y mejorado mi sentido del ritmo», dice Gong.
«No hay razón para pensar que los hombres somos inferiores a las mujeres a la hora de bailar, especialmente cuando nos referimos a la danza de la barra donde la fortaleza masculina es vital tanto como la flexibilidad femenina.»
Pese a la importancia de academias como Luolan, Yifei considera que el pole-dancing aún es visto como una novedad atrevida. Culpa a los prejuicios por la imagen de actuación erótica, apta sólo para personas de dudosa reputación.
Por tal motivo, no tiene planes de actuar en público, pero su meta es lograr un certificado que le permita entrenar a otros entusiastas. Pero su entusiasmo no basta para ganarse por completo la vida, pues depende de sus padres y debe buscarse un trabajo parcial como profesor de pole-dancing.
A pesar de que está muy orgulloso de su entrenamiento como agente de policía, no tiene planes para regresar a su puesto en las fuerzas de seguridad.