Una costumbre rara, extraña y que viola por completo los derechos de la mujer. Kirguistán es un país ubicado en Asia Central donde las mujeres son forzadas a casarse con sus »secuestradores».
Es una costumbre que se ha convertido en un grave problema social en los últimos 50 años en este país, donde los hombres toman a pecho un dicho kirguís: »Un buen matrimonio comienza con lágrimas».
Gazbubu Babayarova, coordinadora del “Proyecto de Secuestro de Novias” de la Universidad Americana de Bishkek, Kirguistán, asegura que en las zonas rurales del país, los jóvenes ven este rapto como una manera aceptable en lo social.
Babayarova es fiel testimonio de este ‘rito’, pues ella fue secuestrada hace mucho tiempo por su novio para un forzado matrimonio y escapó. Desde ese momento, trabaja para ayudar a las otras víctimas de esta práctica.
Uno de los casos tomados por Babayarova es el de Gulzat, quien fue secuestrada a los 18 años y obligada a casarse con un chico que apenas llevaba poco tiempo de conocer.
Luego de 10 años del secuestro, Gulzat dio su testimonio:
»Sentí que algo estaba mal. De pronto aparecieron dos coches; con las luces brillantes no podía ver nada, pero comprendí que habían venido a secuestrarme. Horrorizada, empecé a gritar. Dos muchachos cerraron mi boca con sus manos y me llevaron al coche. Yo grité, lloré, dí patadas, golpes… pero los jóvenes eran demasiado fuertes».
Gulzat tenia sueños, como los de convertirse en periodista y casarse con quien era si, su novio. En el momento del secuestro, ella se negó a salir del auto, aferrándose al asiento delantero con fuerza hasta que fue sacada por presión de los captores. En el interior de la casa del tío del »novio», un grupo de 10 a 15 mujeres la estaban esperando para presionarla y que accediera a casarse.
Estas mujeres buscan ejercer presión social y psicológica para que la muchacha sea convencida de firmar una carta de consentimiento, indicando su voluntad de casarse, proceso que puede tardar muchas horas.
Gulzat aceptó casarse con su vecino secuestrador Azamat. Como resultado, un imán llegó de inmediato a la casa para bendecir el matrimonio con la ley islámica Sharia.
Diez años más tarde, Gulzat sigue casada con Azamat y tienen un hijo. Indicó que se siente muy triste por el matrimonio y dijo que ella y su marido “todavía se tratan como desconocidos”, según Babayarova.
Otro caso lamentable y con un final trágico, sucedió con una joven de 19 años de edad, quien vivía al sur de Kirguistán. Ella pudo escapar de sus secuestradores diciéndoles que no era virgen. Esto se difundió por todo el pueblo y avergonzada, se fue a vivir con su abuela quien no podía creer lo que le dijeron, obligándola a casarse con su secuestrador, porque nadie más se casaría con ella. La joven se ahorcó y dejó una nota: “Dile a mi papá que aun soy virgen. Espero irme a un lugar tranquilo”.
El secuestro de novias esta penado en Kirguistán, pese a que es un acto común. Según el Artículo 155 del Código Penal Kirguís, “forzar a una mujer a casarse o a continuar un casamiento o secuestrarla con el fin de casarla si su consentimiento” es ilegal y punible con tres años de prisión.
Pero, el gobierno no ha sido capaz de tomar acciones inmediatas para hacer frente a este problema por lo que se hizo inevitable la formación de organizaciones sin fines de lucro para luchar por la libertad de las mujeres.
Uno de ellos es el Instituto Kyz.Kogon, refugio para mujeres secuestradas formado en 2005 y que organiza seminarios con información legal acerca de la prohibición de secuestrar novias, donde también participan padres y potenciales secuestradores, para que sean informados sobre las penas que recae cometer este delito.