Vivimos en la era de los ordenadores, de las laptops y ahora de los iPad y demás artefactos que buscan hacernos la vida más fácil. Pero, ¿qué hacemos con aquellos recursos de nuestra vida laboral?
Nos referimos a las viejas máquinas de escribir. No mandarán e-mails o no corregirán automáticamente los errores ortográficos, pero se trata de un elemento valioso en la vida laboral de las personas.
Si, hablo en presente y no en pasado porque las máquinas de escribir se resisten a desaparecer. Aún hay personas que deciden optar por ellas en lugar de las computadoras.
Mike France vende cintas de máquinas de escribir. Y comenta que recibe a clientes de avanzada edad que se muestran disgustados con las computadoras y temen perder sus viejas máquinas de mecanografía.
«Recibimos cartas y tarjetas de agradecimiento de gente que dice: ‘Me has salvado la vida'».
Para Richard Milton, periodista y coleccionista, reconoció que la máquina de escribir no es solamente una herramienta idealista.
«Hay algo especial acerca de las máquinas de escribir. Están conectadas al idioma y conectan las vidas de las personas de una manera bastante romántica. Todos los escritores fantasean con el estilo de Agatha Christie y les piden a sus máquinas que los ayuden a escribir novelas maravillosas», sostuvo.
El uso de máquinas de escribir hace que no se gaste electricidad. Es mejor escuchar el sonido del teclado que ver los recibos de luz a fin de mes a consecuencia del uso excesivo de ordenadores. Además, una máquina de escribir ayuda a concentrarse en lo que la persona escribe, pues se evitan distracciones como Internet, correo electrónico o Google.
Así que, mientras el mundo evoluciona constantemente, algunos elementos viejos y queridos se resisten a morir, como las máquinas de escribir o las máquinas de coser.