El político en el Perú no es exactamente el peruano que ansía trabajar por el bien común e intenta hacerle la vida mejor a los demás.
El político peruano, con muy pocas excepciones, casi todos muertos, es aquel que pretende obtener sustanciales ganancias económicas a costa del pueblo.
Regalando polos, llaveros y lapiceros la hacen linda, compran votos con arroz o panetones y atunes con su horrible cara y la gente desperdicia su voto en ellos.
Está de moda ser Tránsfuga y buscar nuevos partidos o alianzas que les permita seguir con la mamadera y su 10% que reciben por las obras públicas.
El congreso de la república es el foco de atención de estos tránsfugas quienes llegan con un partido político y cuando entran a su función pública se desagrupan y pasan a ser “Seudo-Independientes”.
Ahora los alcaldes han seguido escandalosamente el ejemplo, alejándose de los partidos que los llevó al sillón municipal y aliándose al mejor postor.
Si hubiera una verdadera ley de partidos políticos esta debería contemplar que:
“quién llega a un cargo público no puede postular inmediatamente a la re-elección por otro partido que no sea el que postuló primero”
Que bonito sería ver esto en una ley antitransfugas.
¿Y cuando cambio el Perú Zavalita? …