Uno de los protagonistas de “Detrás del Mac” rinde tributo a su referente literario
Barry Jenkins habla de James Baldwin, filmar piel oscura y ser cineasta en la era del iPhone
El oscarizado director Barry Jenkins cuenta que llegó al cine “por casualidad”, puesto que llevaba varios años estudiando en la Universidad Estatal de Florida cuando descubrió que tenían una escuela de cine. “Me pilló la época en la que el cine tradicional empezaba a dar paso a un nuevo estilo cinematográfico”, comenta Jenkins. “Los de mi promoción aprendimos a editar usando mesas de montaje en las que había que cortar literalmente la película fotográfica y luego volver a pegarla. Después de editar así las películas durante un año, fue un cambio radical pasar a un tipo de montaje no lineal”.
“Pero interioricé todo lo aprendido”, añade. “Solo edito cuando me parece absolutamente necesario”.
El año pasado se lanzó la campaña “Detrás del Mac” protagonizada por creadores que usan el Mac para trabajar. Jenkins aparecía con un MacBook Pro, protegiéndose de la lluvia con un paraguas. El director estaba exportando el montaje final de su película Moonlight, galardonada con un Óscar en 2017.
Jenkins, que ha estudiando técnicas tradicionales y modernas, consigue su estilo característico gracias a equipos digitales como la cámara ARRI Alexa, el MacBook Pro e incluso su nuevo iPad Pro. “Las cámaras Arri y la plataforma Apple son las dos cosas que me han ayudado a convertirme en el cineasta que soy”, comenta Jenkins.
Su último proyecto cinematográfico, una adaptación de la novela El blues de Beale Street de James Baldwin, es una fábula que retrata la comunidad afroamericana en Estados Unidos en la década de 1970 a través de los problemas de una joven pareja que intenta salir adelante en un mundo cambiante. Ambientada en 1974, la historia arranca seis años después del asesinato de Martin Luther King Jr. en 1968, y una década después de la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964.
En su obra, Baldwin plantea una crítica sin complejos del mundo que le rodea, y consigue crear un difícil equilibrio entre la belleza y la brutalidad de Estados Unidos.
En su adaptación, Jenkins logra ese equilibrio a través de los momentos que comparten Tish (interpretada por KiKi Layne) y Fonny (Stephan James), desde las calles de Harlem hasta el West Village, pasando por las ventanas blindadas del Manhattan Detention Complex, también conocido como “las tumbas”.
“En este proyecto, mi trabajo como realizador, desde el punto de vista estético, se centraba en traducir la interioridad en sonidos e imágenes, y hacerlo utilizando las palabras de James Baldwin”.
Las palabras de Baldwin llegan a la pantalla a través de Tish y su relato de cómo han acabado en esta situación: ella y Fonny están enamorados, con un bebé de camino y luchan por sacar a Fonny de la cárcel tras su injusta detención.
“La película se compone de recuerdos y pesadillas. Tuvimos que plantear cómo ve Tish Harlem a sus 19 años”, añade Jenkins. “¿Cómo quiere recordarlo? Una vez que dimos con eso, se nos abrió todo un mundo de posibilidades”.
El blues de Beale Street es la primera adaptación en inglés de una novela de ficción de Baldwin, lo cual ha supuesto todo un reto.
“La literatura es un recurso intimista en el que prevalece la voz interior”, comenta Jenkins. “Pero en el cine todo se exterioriza de cierta manera. El cine son sonidos e imágenes. No siempre viajamos al interior del personaje, y la clave del estilo de James Baldwin reside en esa voz interior. Así que en este proyecto, mi trabajo como realizador, desde el punto de vista estético, se centraba en traducir la interioridad en sonidos e imágenes, y hacerlo a través de las palabras de James Baldwin”.
En Beale Street los espectadores son testigos de la vida de la comunidad negra y, gracias a la ARRI Alexa 65, Jenkins ha podido captar la intimidad de las familias negras, tal como la concibió su referente literario, en un formato muy grande.
“La historia del cine está vinculada al formato de 35 mm”, explica Jenkins. “Ahora las cámaras son chips informáticos y se pueden programar algoritmos para que se comporten o capten la luz de determinada manera. Antes había limitaciones técnicas relacionadas con la fabricación de algunas películas fotográficas y su rango dinámico. Ahora, antes de empezar a rodar ya se puede programar un ordenador para conseguir justo lo que quieres. Así que lo primero que hicimos fue programar las cámaras para que dieran prioridad a los colores más oscuros, y con eso me refiero a los tonos de piel más oscuros. Ha sido muy liberador”.
Más allá de las nuevas cámaras, la magia de las películas sigue residiendo en el montaje.
Joi McMillon es una de las colaboradoras habituales de Jenkins. Fue una de los dos editores que optaron al Óscar por Moonlight y utiliza siempre Avid en el Mac Pro. McMillon trabajó con Jenkins y el director de fotografía James Laxton para hacer realidad la película.
En una de las escenas, Fonny y Daniel (Brian Tyree Henry) pasan horas charlando en el apartamento de Fonny, primero poniéndose al día y después hablando de algo que preocupa a Daniel.
“Es como una escena dentro de una escena, en la que cambia la iluminación y la perspectiva para que los espectadores no se cansen de pasar tanto tiempo en un mismo sitio”, explica McMillon. “Aparece información nueva en cada sección de esa parte de la película”.
Jenkins quería que el público sintiera la energía que se transmite entre Fonny y Daniel. La cámara pasa lentamente entre ellos, profundizando cada vez más en la mente de Daniel y la reacción de Fonny.
“Me encanta la yuxtaposición que se crea entre el calor que se siente a través de la piel de Fonny y Daniel y los temas tan oscuros y aterradores de los que hablan”, comenta McMillon. “La escena está rodada de tal forma que parece que estemos sentados a la mesa con ellos”.
Esa inmersión es una de las señas de identidad de Jenkins. Los espectadores ya se sentaron en una mesa similar en Moonlight e incluso flotaron en el océano con los personajes.
Jenkins, McMillon y la familia de Beale Street están otra vez haciendo la ronda de las ceremonias de premios. La película opta a tres estatuillas en los Óscar: mejor actriz de reparto (Regina King), mejor música original (Nicholas Britell) y mejor guion adaptado (Jenkins).
“Incluso la vieja guardia está empezando a usar las nuevas herramientas… Se ponen manos a la obra con lo digital”.
Lo próximo será una serie para Amazon basada en The Underground Railroad de Coulson Whitehead. Jenkins bromea que con este proyecto habrá conseguido todos sus sueños artísticos: “Quería hacer una película ambientada en mi barrio, y eso lo conseguí con Moonlight. También quería adaptar a mi autor favorito, cosa que hice con Beale Street. Y por último quería hablar de la condición de la esclavitud en Estados Unidos. Y ahí esta The Underground Railroad”.
Jenkins va consiguiendo sus sueños, pero también es consciente de que una nueva generación de realizadores viene pisando fuerte. “Incluso la vieja guardia está empezando a usar las nuevas herramientas… Se ponen manos a la obra con lo digital”, comenta Jenkins. “Steven Soderbergh rueda casi exclusivamente con el iPhone desde hace unos años”. (La última película de Soderbergh, High Flying Bird, se rodó en un iPhone 8 y se estrenó en Netflix el mes pasado.)
“Puedes rodar cualquier cosa que te propongas, ya sea con el teléfono o con una DSLR”, apunta. “El mundo está lleno de posibilidades para los jóvenes realizadores”.
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