Cuando se habla de discriminación en el Perú, no nos damos cuenta que el mayor discriminador es el propio provinciano que cuando tiene dos soles más se cree un dios y menos precia al que tiene menos que él.
Normalmente los medios de comunicación masiva orientan el comportamiento de las sociedades, quien no recordará un par de décadas atrás el término CHICHA
– Los bailes chicha.
– Los trajes chicha.
– Las discotecas chicha.
Y que vino después, ni más ni menos que el término CHOLO
– El taxicholo por mototaxi.
– Choliwood por farándula peruana.
– Las Cholapower por mujeres regias.
Lo cierto es que la discriminación no sólo se da de estratos sociales económicamente más altos, sólo basta mirar al costado y ver a tu vecino o peor aún a tu familia abusar de una empleada doméstica pagándole una propina por un gran trabajo mensual y peor aún dándole las peores condiciones de vivienda, haciéndolas dormir en cuartos de madera en la azotea, dándoles de comer lo que sobra y tratándolas de cholas.
El menosprecio es parte de una cultura arraigada en la gente, propiciadas por algunos medios de comunicación, validada por los políticos y lamentablemente aceptada por todos.
Las grandes empresas en el mundo se han dado cuenta que sus trabajadores son muy importantes y esa cultura está llegando al Perú, quien no ha oído hablar ahora de “colaboradores” en lugar de decir empleado o trabajador de una empresa.
Lo mismo debe pasar en nuestra sociedad donde todos somos iguales, algunos limeños por ejemplo no se dan cuenta que sus padres o abuelos son provincianos y más aún hasta los mismos limeños mazamorreros tienen ancestros indígenas. Lo malo es que este comportamiento se repite en todas las ciudades grandes del país(capitales de departamento). La raza blanca propiamente dicha en el Perú no existe.