Este cuento es una tradición de muchos pueblos de habla hispana.
No se sabe el origen de la leyenda, pero se dice que a inicios de siglo, cuando la iglesia tenía normas muy estrictas con sus sacerdotes; uno de ellos, fue decapitado por los pobladores como castigo por tener un romance con una parroquiana.
Como era costumbre desde la época virreynal, los sacerdotes y los pobladores de la clase alta eran enterrados en el interior de las catedrales e iglesias.
Para el caso de nuestro sacerdote, su cuerpo fue enterrado en su parroquia y la cabeza en otro lugar alejado de ella.
Cuenta la leyenda, que en altas horas de la madrugada, se encienden las velas de la iglesia, se escucha música del órgano y el fantasma del cura decapitado, vestido con su túnica franciscal, recorre la iglesia en busca de su cabeza.
Por lo tanto, todo aquel que se le cruce en su camino y lo vea, puede perder su cabeza.
El temor originado por el cuento, hace que las personas que tengan que permanecer en la iglesia las noches de Semana Santa para acompañar a Cristo luego de su muerte, lo recuerden y narren el relato a los que no lo concen para infundirles miedo.