En este domingo festivo, en el que nos han creado la necesidad de demostrar nuestro amor por nuestra madre, surge otro pequeño conflicto en la clásica pareja de casados. ¿este domingo lo pasamos con tu mamá o con la mía?
Sería interesante si todos consideráramos a nuestra suegra como una segunda madre, de esta forma no habría inconvenientes ni caras largas, y tendríamos mucha disposición para ir con una u otra madre indistintamente.
No obstante lo anterior, si tenemos la suerte (mala suerte a mi modesto parecer) de casarnos con un hombre que no ha dejado de ser hijo aún y que necesita ir a demostrar su amor cual hijo abnegado y refugiarse tras la falda de mamá, olvidando quizás que ahora tiene una madre en casa, que esta mujer es madre por obra y gracia de él mismo, que es la madre de sus propios hijos y que también merece ser atendida, reconocida y recompensada de alguna forma; por más que querramos a nuestra suegrita y la consideremos una segunda mamá, no podemos evitar sentimientos encontrados.
Ahora si por ventura ambas madres están en la misma ciudad, podemos dedicar ese día ocho horas a cada una, incluyendo ocho horas para nosotras, pero si nuestra madre o nuestra suegra están en una ciudad diferente a la nuestra, tendremos muchas veces que resignarnos a no ser agasajadas por el responsable de nuestra maternidad.
La mejor alternativa sería tener la filosofía de celebrar el día de la madre todos los días del año, agasajar y abrazar siempre a todas las mamás de la familia, de tal manera que no tendremos conflictos con ninguna si por algún motivo no podemos compartir con ellas el día comercialmente destinado a su celebración.
Abracemos a todas las mamás de nuestras familias, hoy, el domingo y todos los días del año. Se tiene que llegar a ser madre para valorar realmente el trabajo que ellas hacen.