A 75 años de su muerte, hoy recordamos la obra cumbre del compositor peruano Felipe Pinglo Alva: »El Plebeyo», uno de los temas más importantes en la historia del criollismo.
Se estrenó en 1930 en el teatro Alfonso XII del Callao, en la voz del amigo de Felipe Pinglo, Alcides Carreño.
Hay dos historias que rodean el origen de este vals: La primera adjudicaba el drama a Luis Enrique Rivas, un tejedor de canasta que vivía en la parte baja del Cerro San Cristóbal.
Otra versión, en la que concordaron muchos amigos del compositor, es que el drama de Luis Enrique fue el propio drama vivido por Pinglo entre 1921 y 1923, cuando se alejó de los Barrios Altos para hacer vida bohemia en La Victoria. Dicen que allí se enamoró de Gianina, bellísima hija de 17 años del industrial italiano Zuccarello. El compositor era correspondido, motivo por el cual los padres de la niña la enviaron a Italia, a vivir con sus abuelos en Florencia.
La canción «El Plebeyo» planteó un drama social porque Luis Enrique, el personaje principal, era el plebeyo que amaba a una aristócrata pero su amor es condenado por la sociedad.
Una estrofa del vals es la siguiente: «Mi sangre aunque plebeya también tiñe de rojo / el alma en que se anida mi incomparable amor / ella de noble cuna y yo, humilde plebeyo / no es distinta la sangre ni es otro el corazón / Señor, ¿porque los seres no son de igual valor?»
Con este tema, Felipe Pinglo abrió una de las páginas más ricas del criollismo peruano. El vals había sido un conjunto de versos inexpresivos, superficiales y de fácil melodía. Con el aporte de Pinglo, este ritmo adquirió una personalidad definitiva y con un sincero mensaje de emoción social.
A continuación, el ‘Plebeyo’ en la voz de la gran Jesús Vásquez.
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