Una compañía de Silicon Valley llamada LS9 afirma estar a punto de crear gasolina sin necesidad de perforar el suelo, tan solo con la ayuda de bacterias unicelulares.
Sus técnicos comienzan el proceso con “cepas no patógenas de E. coli” y alteran su material genético para que excreten otra clase de sustancias en lugar de las habituales. El crudo extraído por las compañías petrolíferas no es tan distinto de los ácidos grasos expulsados por las levaduras o las bacterias E. coli durante la fermentación, así que con algo de maña se las han ingeniado para convertir a estos microorganismos en pequeñas plantas productoras de petróleo.
Las bacterias pueden alimentarse de diferentes materiales, desde maíz (que no nos imaginamos en uso después de ver lo “bien” que está funcionando), a caña de azúcar o astillas procedentes de la industria maderera. El resultado es siempre el mismo: un aceite refinable que está prácticamente listo para llenar a las estaciones de servicio. Pero lo que es casi igual de importante: el proceso expulsa menos CO2 del que absorben las materias primas durante su crecimiento, por lo que se retira carbono de la atmósfera.
Naturalmente, aún queda algo de tiempo hasta que LS9 pueda ofrecer una alternativa viable al petróleo de verdad; la primera instalación comercial abrirá sus puertas en 2011, y por el momento hace falta un tanque de fermentación de 1.000 litros para sacar un barril de crudo a la semana. Otro posible obstáculo es el riesgo de que estas bacterias modificadas genéticamente se escapen al exterior, pero está claro que tarde o temprano habrá que ir buscando nuevas alternativas a la perforación de depósitos.