Los motores a gasolina requieren de una chispa para poder llevar a cabo la explosión de la mezcla comprimida en el cilindro.
Estas explosiones consecutivas ponen en movimiento a los pistones, el cigüeñal, toda la transformación, hasta llevar la potencia a las ruedas.
En las bujías, recae gran parte del trabajo del motor, ya que en estas deben soportar altas descargas de corriente miles de decenas de veces por minuto, soportar altas temperaturas durante la explosión de la mezcla (apróx. 3000°C) y una presión de al menos 50 bar
(725 psi).
Con el motor girando a 3000 revoluciones por minuto (rpm), cada bujía genera 50 chispas por segundo.
Existen bujías de tipo caliente y bujías de tipo frías, diferenciadas en la longitud del extremo o pico del aislante.
Las bujías frías tienen un aislante más corto y un asiento más largo, lo que promueve la transferencia de calor hacia la culata. Este tipo de bujías se instalan en motores de mayor potencia.
Las bujías calientes tienen un aislante de mayor volumen y un asiento más corto, lo cual frena la fuga de calor.
Es muy importante saber qué tipo de bujías utilizamos en nuestro vehículo, ya que si cambiamos una bujía caliente en vez de una fría, podríamos fundir los electrodos rápidamente.
Es importante tomar en cuenta la cantidad de electrodos que utiliza nuestras bujías en nuestro motor, si nuestro motor utiliza bujías de 2 electrodos, no podemos cambiarlas por unas de un solo electrodo ya que de esta manera restaríamos fuerza a la chispa, lo cual se traduce en menor potencia del motor.
Al momento de cambiar una bujía es muy importante tomar en cuenta la luz o distancia entre los electrodos, ya que de esto también depende la potencia de la chispa, lo cual se traduce en potencia producida por el motor.
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