Desesperado de sed, un turista se arrastraba por el desierto, cuando divisó un movimiento en la distancia.
Esperanzado de hallar agua se fue acercando hasta la imagen.
Era un comerciante sentado frente a un caballete atiborrado de baratijas.
– Estoy desfalleciendo de sed.
¿Podría darme agua? – Imploró el turista.
El comerciante le respondió:
– La verdad es que no tengo agua, pero… ¿por qué no se compra una corbata? Acá tengo una que va perfecta con su ropa…
-¡No quiero una corbata!’ aulló el turista………
– ……. ¡Agua quiero!… AGUAAAA !
– Bueno, no me compre una corbata si no quiere.
– Pero, para que vea que soy una buena persona, le diré que pasando esa colina, a unos 4 kilómetros, hay un buen restaurante.
– Camine en ese sentido, ellos tienen todo el agua que quiera.
– El turista agradeció y desapareció rápidamente tras la colina.
A las tres horas el turista regresó donde estaba el comerciante, seguía sentado frente a su caballete.
El comerciante le pregunta:
Le había dicho 4 kilómetros tras la colina; ¿no lo encontró?
Lo encontré perfectamente, pero el hijo de p… de tu hermano no me deja entrar sin corbata…!