Cabecear frecuentemente una pelota de fútbol, puede derivar en una lesión cerebral, según médicos que han encontrado pruebas en ecografías acerca de estos riesgos.
Las ecografías de 32 futbolistas aficionados revelaron tipos de daño similar al que se aprecia en pacientes con traumatismo.
Parece haber un nivel de seguridad de unos 1.000 cabezazos al año, o menos, bajo el cual no se producen lesiones, pero los investigadores estadounidenses necesitan más trabajo para confirmar la hipótesis.
Se cree que los cabezazos terminaron matando al futbolista inglés Jeff Astle, quien murió en 2002 y desarrolló problemas cognitivos luego de años de jugar por Inglaterra y West Bromwich Albion.
La autopsia reveló que su muerte fue el producto de una enfermedad cerebral degenerativa causada por cabecear pesadas pelotas de cuero.
Pese a que los balones de hoy son más livianos que los empleados en los años 60 cuando Astle jugaba, todavía pueden causar un impacto brutal, indicó el jefe de la investigación, el doctor Michael Lipton, del Montefiore Medical Centre, el hospital universitario del Albert Einstein Colege of Medicine.
Las pelotas de fútbol pueden volar a unos 55 kilómetros por hora durante los partidos de entretenimiento y a más del doble durante uno profesional.
El equipo del doctor Lipton trató de establecer qué tipo de impacto podría tener sobre la cabeza el repetido contacto con una pelota de fútbol.
Éstos utilizaron un tipo de ecografía llamada imagen de tensor de difusión, que es apropiada para visualizar tejido nervioso y cerebral.
Los 32 voluntarios que se sometieron a las ecografías debieron decir con qué frecuencia cabeceaban la pelota durante los entrenamientos y durante los partidos.
Esto reveló que los jugadores que eran «cabeceadores frecuentes» presentaban obvios síntomas de leve lesión cerebral por traumatismo en sus ecografías.
Cinco regiones cerebrales resultaron dañadas, áreas en el frente del cerebro y hacia el posterior del cráneo, donde tienen lugar los procesos de atención, memoria, funcionamiento ejecutivo y funciones visuales de alto orden. Los investigadores afirman que las lesiones se desarrollaron con el tiempo.