Un hecho curioso es que el mismo Jaime Bayle publique textualmente lo que ya viene diciendo por la televisión, hoy día en el diario Peru21, lugar donde el escritor y conductor de TV es columnista escribió lo siguiente:
No sé si estaré vivo en las elecciones presidenciales peruanas de 2011.
Si estoy vivo (uno nunca debe olvidar que mañana puede estar muerto), me gustaría ser candidato a la Presidencia.
Sé que es altamente improbable que consiga ganar, pero eso no me desalienta; muy por el contrario, me llena de entusiasmo.
Sé que las ideas libertarias que defiendo son impopulares entre mis compatriotas, pero eso no me intimida ni menoscaba mi determinación de dar la batalla por las causas que creo justas.
Sé que estoy en minoría, pero eso me enorgullece y me convence de dar la pelea limpia por las ideas, no necesariamente por el poder.
Como decía Borges, sólo los caballeros defienden las causas perdidas. Yo no soy un caballero, pero siempre me ha gustado defender las causas perdidas, y por eso quiero ser candidato, porque sé que seguramente perdería, pero esa derrota sería una victoria ante mí mismo y ante los que me acompañen en la cruzada.
Yo sé que defiendo causas perdidas y causas impopulares, pero no por eso voy a cambiarme de bando como un tránsfuga o un oportunista más y defender mercenariamente unas causas populares en las que no creo de veras.
Si soy candidato, si la salud y el destino se conjuran para que ocurra tan improbable evento, defenderé con pasión y espíritu risueño las ideas en las que creo, aun si esas ideas me condenan a perder, puesto que esa derrota no sería tal cosa para mí: sería una contribución al debate político y una defensa de los derechos de las minorías.
TRATO IGUAL PARA CREDOS. Yo sé que la mayoría de los peruanos son católicos, pero yo soy agnóstico y creo que la Iglesia Católica ha hecho un daño incalculable a la causa de la libertad. Creo que es injusto que el Estado peruano otorgue subvenciones económicas y exoneraciones tributarias a esa religión, en abierta discriminación a otras confesiones religiosas. Yo quiero que el Estado peruano sea laico y no confesional, quiero que el dinero de todos los contribuyentes (católicos o de otras religiones o de ninguna) no se use para privilegiar a una confesión religiosa en desmedro de las demás. Creo en la libertad de cultos y en que todas las iglesias deben autofinanciarse y en que el Estado no debe darle dinero a ninguna religión.
LIBRE DECISIÓN EN ABORTO. Yo sé que la mayoría de los peruanos creen que el aborto debe ser penalizado como un crimen equivalente a un asesinato, pero yo creo que toda mujer adulta debería ser libre de decidir, ante su conciencia, ante sus valores y convicciones, si desea o no ser madre, y que nadie tiene derecho de obligarla a ser madre si ella no lo desea o lo siente conveniente; que nadie tiene derecho a entrometerse en el ámbito sagrado de su cuerpo y su libertad individual. Por cierto, creo que siempre es más admirable dar vida que interrumpirla, pero esa es una decisión que compete a cada mujer embarazada y no una decisión que debemos imponer arbitrariamente sobre ella, secuestrando su capacidad de decidir sobre su cuerpo y su destino personal.
FUERZAS ARMADAS. Yo sé que la mayoría de los peruanos creen que algún país vecino nos quiere invadir, pero yo creo que nadie quiere hacernos la guerra ni invadirnos. Yo sé que la mayoría de los peruanos creen que necesitamos fuerzas militares para protegernos de esa eventual invasión o guerra exterior, pero yo creo que nuestras fuerzas militares son incompetentes e inútiles y que, si tuvieran que protegernos de esa supuesta guerra (que yo creo que no ocurrirá), nos protegerían tan pobremente que casi daría igual si no existieran. Yo creo que el cuantioso dinero que gastamos en entrenar a miles de soldados en el oficio innoble de matar en una guerra ficticia y del todo improbable es dinero muy mal gastado. Yo creo que el cuantioso dinero que gastamos en comprar armas de guerra para una guerra que no ocurrirá (y que, de ocurrir, perderíamos de todos modos) es dinero inmoralmente malgastado. Yo creo que el dinero que el Perú gasta en militares y armas de guerra debería destinarse por completo a educar a los niños más pobres del país. Yo creo que el Perú, como Costa Rica, puede y debe vivir sin fuerzas militares: basta con una Policía moderna, bien equipada y dotada de vehículos más potentes y veloces que los que usan los malhechores para escapar: esa sí es una guerra real, la guerra contra los delincuentes, una guerra que necesitamos combatir con urgencia y para la cual es preciso dotar a la Policía de más hombres, más recursos, mejores armas y mejores vehículos.
UNIÓN ENTRE HOMOSEXUALES. Yo sé que la mayoría de los peruanos repudian la sola idea de que dos mujeres o dos hombres puedan casarse civilmente como pueden casarse un hombre y una mujer, pero yo creo firme y apasionadamente que la discriminación contra las minorías sexuales es una injusticia y que esa injusticia debe cesar y sólo cesará cuando todos los ciudadanos del Perú tengan los mismos derechos, independientemente de su identidad o preferencia sexual. Yo creo que mi país será más justo el día en que dos lesbianas puedan casarse, en que dos homosexuales puedan casarse, del mismo modo exacto, con los mismos derechos y obligaciones en que dos heterosexuales pueden casarse ahora ante la ley.
LEGALIZACIÓN DE LAS DROGAS. Yo sé que la mayoría de los peruanos ven con horror que los ciudadanos puedan elegir libremente el modo en que desean intoxicarse aun a riesgo de provocar su muerte, pero yo creo en la libertad y creo, por consiguiente, que cada adulto debe ser responsable de las sustancias que decide consumir, aun a sabiendas de que son nocivas para su salud. Si la ley permite que un adulto se intoxique con alcohol, con tabaco, con latas de bebidas estimulantes que contienen altas dosis de cafeína, con tales o cuales fármacos, creo que sería razonable dejar que cada ciudadano decida ante sí mismo, ante su conciencia, ante sus valores y convicciones, si desea o no intoxicarse fumando marihuana, aspirando cocaína o tragando pastillas de éxtasis, por ejemplo. Yo creo que el consumo de drogas, de todas las drogas, debería ser libre y legal si de adultos se trata, y que las drogas deberían venderse en las farmacias del mismo modo que se venden licores en las licorerías, cigarrillos en las bodegas o latas de cafeína líquida en las gasolineras. No creo que si se vendiera marihuana, cocaína y éxtasis en las farmacias (a personas adultas, desde luego) aumentaría necesariamente el consumo de dichas sustancias tóxicas (un consumo que, por experiencia propia, no recomiendo a nadie). Y aun si fuera el caso que aumentara, creo que cada persona adulta debería ser libre de hacer con su cuerpo lo que quiera, sea para bien o para mal, siempre que no le haga daño a nadie más que a sí mismo.
INDULTO A FUJIMORI. Yo sé que la mayoría de los peruanos (si hemos de creer en las encuestas) quisieran que el señor Fujimori muera en la cárcel, pero yo creo que sería justo convocar a una consulta popular para que el pueblo decida si desea o no concederle un indulto por razones humanitarias, teniendo en cuenta las cosas buenas que dicho señor hizo por el país y los años que ya ha pasado en la cárcel y los achaques de salud de los que padece.
REFORMA DEL CONGRESO. Yo sé que la mayoría de los peruanos sienten vergüenza por el Congreso, no sienten que ese Congreso nos representa debidamente; sienten que la mayor parte de los congresistas son sinvergüenzas, ineptos, pícaros, trepadores que se han postulado no para servir al país sino para asegurarse un buen sueldo durante cinco años, además de los numerosos privilegios de los que abusan con descaro. Yo comparto la indignación y el repudio que la mayoría de los peruanos siente por el actual Congreso. Por eso, si soy candidato presidencial, no llevaré listas al Congreso, como un gesto de repudio moral a ese Congreso que nos abochorna. Por eso, si soy elegido presidente, convocaré a un referéndum para refundar el Congreso, modificando (si el pueblo así lo aprueba) el artículo constitucional pertinente y estableciendo que el nuevo Congreso estará integrado solamente por 25 ciudadanos, uno por cada departamento y uno por la provincia del Callao. Ese nuevo Congreso, aprobado en consulta popular, deberá terminar con los sueldos de escándalo y las prebendas abusivas, que son un agravio y una humillación a los peruanos de buena fe. Esos 25 congresistas deberán ganar el mismo sueldo que gana un maestro de escuela pública y deberán entender que no van al Congreso a llenarse los bolsillos, sino a ser maestros de la democracia y, por consiguiente, a ganar un sueldo austero, equivalente al de un maestro de escuela.
REFORMA EDUCATIVA. Pero, si hay una sola idea que me provoca indignación moral y enciende el fuego de mis sueños políticos, es la espantosa injusticia de la que he sido testigo durante casi 40 años en el Perú: que los niños de familias ricas se educan bien y los niños de las familias pobres se educan pésimamente o no se educan del todo. Esto tiene que cambiar, y yo haré lo posible para que cambie. Si algún día soy presidente, no desmayaré hasta que ese sueño se cumpla: que todos los niños del Perú puedan educarse igual de bien, que los niños pobres puedan estudiar en colegios tan buenos como las mejores escuelas privadas, que los maestros de las escuelas públicas sean tan buenos o mejores que los de los colegios privados (e igual de bien pagados) y que los niños pobres del Perú terminen la secundaria con la misma preparación académica que los jóvenes egresados de los colegios más caros. El día en que el niño más pobre pueda ir a un colegio gratuito igual de bueno que el colegio al que van mis hijas (y aprenda a hablar inglés, porque el inglés debe ser curso obligatorio en las escuelas públicas, no así la religión, que debe ser curso voluntario), el día en que el niño más pobre del Perú pueda tener igualdad de oportunidades académicas con los niños más ricos, ese día sentiré que algo bueno y noble he hecho por mi país.
Estas son las causas perdidas que yo defiendo y por las que estoy dispuesto a batallar limpiamente y a dar la vida si fuera el caso. Que nadie rebaje a burla o sainete el tamaño de mi sueño y la nobleza de mi emprendimiento, que no es el de ser presidente sino el de pelear por esas causas perdidas por las que alguien, siento yo, tiene que salir a pelear.
Mi sueño no es ser presidente. Mi sueño es que los peruanos seamos más libres y que los niños, ricos y pobres, puedan educarse igual de bien y vivir en un país mejor. Cuenten conmigo para trabajar por ese sueño.