Salmo 129

Un cura va conduciendo cuando ve una monja parada a un lado de la carretera esperando el autobús. El cura se detiene y le ofrece llevarla hasta el pueblo más próximo. La monja acepta y pone el equipaje en el asiento trasero. Al sentarse, su hábito se abre un poco y deja ver una hermosa pierna.

Cuando el cura lo advierte casi ocurre un accidente, consigue controlar el coche aunque no resiste la tentación y pone la mano en la pierna de ella.

La monja mira al cura y le dice:

– Padre, recuerde el Salmo 129.

El cura retira rápidamente su mano y pide disculpas pero sus ojos se resisten a dejar de mirar la pierna, por lo que, poco después, su mano salta de la palanca del cambio esta vez a la rodilla de la monja:

– Padre, recuerde el salmo 129- reitera la monja.

El cura, contrariado retira la mano y trata de disculparse:

– La carne es débil, hermana…

Llegan a su destino y ella mira al cura significativamente y le agradece el favor de haberla acercado a su destino.

El cura prosigue su viaje y cuando llega a su destino corre a ver lo que dice el salmo 129:

– «Sigue adelante e inténtalo. Alcanzarás la gloria».

LECCIÓN:

Esté informado al máximo sobre temas relacionados con su trabajo o se expone a perder grandes oportunidades.

Leyenda del cura sin cabeza

Este cuento es una tradición de muchos pueblos de habla hispana.

No se sabe el origen de la leyenda, pero se dice que a inicios de siglo, cuando la iglesia tenía normas muy estrictas con sus sacerdotes; uno de ellos, fue decapitado por los pobladores como castigo por tener un romance con una parroquiana.

Como era costumbre desde la época virreynal, los sacerdotes y los pobladores de la clase alta eran enterrados en el interior de las catedrales e iglesias.

Para el caso de nuestro sacerdote, su cuerpo fue enterrado en su parroquia y la cabeza en otro lugar alejado de ella.

Cuenta la leyenda, que en altas horas de la madrugada, se encienden las velas de la iglesia, se escucha música del órgano y el fantasma del cura decapitado, vestido con su túnica franciscal, recorre la iglesia en busca de su cabeza.

Por lo tanto, todo aquel que se le cruce en su camino y lo vea, puede perder su cabeza.

El temor originado por el cuento, hace que las personas que tengan que permanecer en la iglesia las noches de Semana Santa para acompañar a Cristo luego de su muerte, lo recuerden y narren el relato a los que no lo concen para infundirles miedo.

 

Ortografía en el Convento

La Secretaria del convento está escribiendo una carta y comienza:

Querido Monseñor …………..

Se da cuenta de que el Monseñor puede mal interpretar sus palabras y vuelve a empezar:

Excelentísimo Monseñor…………………..

Recapacita pensando que es demasiado formal.

Sr. Monseñor? ……………

Este le parece muy mundano, así que decide que el mejor es:

Don Monseñor……………….

Para asegurarse de no meter la pata, le pregunta a la Madre Superiora :

– ¿Madre, Monseñor se pone con Don?

– ¡¡ Claro que se pone condón hija, si no este convento sería una guardería!!!!!