Ingrata sorpresa

Un reo, condenado a cadena perpetua por asesinato premeditado y alevoso, se evade de la prisión después de pasar 22 años en la cárcel. Al huir entra en una casa en la que duerme una joven pareja. El reo ata al hombre en una silla y a la mujer en la cama. A continuación acerca su rostro al cuello de la mujer y sale de la habitación.

Arrastrando la silla el hombre se acerca desesperadamente a su mujer y le dice:

– Mi amor, este hombre no ha visto una mujer en años. Le vi besando tu cuello y aprovechando que ha salido quiero pedirte que cooperes con él y hagas todo lo que te pida. Si quiere tener sexo contigo no lo rechaces y finge que te gusta. No le hagas enojar. ¡Nuestras vidas dependen de ello!

Sé fuerte, mi vida; yo te amo. La joven esposa le dice al marido:

– Querido estoy complacida de que pienses así. Efectivamente ese hombre no ha visto en muchos años una mujer, pero no estaba besando mi cuello.  Estaba diciéndome al oído que tú le gustas y quería saber si guardábamos la vaselina en el baño. ¡Sé fuerte, mi vida! ¡¡Yo también te amo !!

La rifa

Un joven de la ciudad se fue al campo y le compró un burro a un viejo campesino por 100 soles. El anciano acordó entregarle el animal al día siguiente. Pero al día siguiente el campesino le dijo:

– Lo siento, hijo, pero tengo malas noticias. El burro murió.

– Bueno, entonces, devuélvame mi dinero.

– No puedo; lo he gastado ya.

– Bien, da igual, entrégueme el burro.

– Y, ¿para qué? ¿qué va a hacer con él?

– Lo voy a rifar.

– ¡Estás loco! ¿Cómo vas a rifar un burro muerto? – Es que no voy a decir a nadie que está muerto, por supuesto.

Un mes después de este suceso se volvieron a encontrar el viejo vendedor y el joven comprador.

– ¿Qué pasó con el burro?

– Lo rifé. Vendí 500 rifas a 2 soles y gané 998 soles.

– ¿Y nadie se quejó?

– Sólo el ganador, pero a él le devolví sus dos soles.

Salmo 129

Un cura va conduciendo cuando ve una monja parada a un lado de la carretera esperando el autobús. El cura se detiene y le ofrece llevarla hasta el pueblo más próximo. La monja acepta y pone el equipaje en el asiento trasero. Al sentarse, su hábito se abre un poco y deja ver una hermosa pierna.

Cuando el cura lo advierte casi ocurre un accidente, consigue controlar el coche aunque no resiste la tentación y pone la mano en la pierna de ella.

La monja mira al cura y le dice:

– Padre, recuerde el Salmo 129.

El cura retira rápidamente su mano y pide disculpas pero sus ojos se resisten a dejar de mirar la pierna, por lo que, poco después, su mano salta de la palanca del cambio esta vez a la rodilla de la monja:

– Padre, recuerde el salmo 129- reitera la monja.

El cura, contrariado retira la mano y trata de disculparse:

– La carne es débil, hermana…

Llegan a su destino y ella mira al cura significativamente y le agradece el favor de haberla acercado a su destino.

El cura prosigue su viaje y cuando llega a su destino corre a ver lo que dice el salmo 129:

– «Sigue adelante e inténtalo. Alcanzarás la gloria».

LECCIÓN:

Esté informado al máximo sobre temas relacionados con su trabajo o se expone a perder grandes oportunidades.