Esta semana no solamente abre la participación de Alianza en la Copa Inca ante León de Huánuco en el ‘Heraclio Tapia’ sino también conmemora un aniversario más de la fundación del mejor equipo, del cuadro más popular de nuestro país. Son 113 años los que Alianza Lima cumple llevando alegría a la mitad más uno de todo el país y hay varios motivos para sentirnos orgullosos de eso.
Mi primer recuerdo:
Queda claro que el aliancismo lo llevo desde niño. ¿Cómo fue? ¿Quién fue el culpable? Lo primero que recuerdo de Alianza Lima fue el equipo de 1992, aquella generación de nuevos ‘Potrillos’ que, liderados por Waldir Sáenz, se encargaron de llevar la fiesta a las tribunas cada tarde de sábado en nuestro barrio de La Victoria.
Ocurrieron dos hechos que me motivaron a declarar mi hinchaje por Alianza Lima, dos pasajes que nunca olvidaré, que guardo siempre como la mejor síntesis de lo que significa el cuadro blanquiazul en la vida de cada uno de sus hinchas.
Yo me hice hincha de Alianza en dos etapas, aunque suene extraño. Primero simpaticé con el equipo de 1993, con aquel gol que marcó Waldir Sáenz en la definición por el subtítulo en 1993 ante Sporting Cristal. Recuerdo mucho que a mis siete años de edad, vibré con esa jugada, pues todo el Estadio Nacional celebró la conquista de quien años después, se transformaría en el ‘Goleador Histórico’ del club.
Fue uno de los mejores planteles que armó Alianza. Poco me importó el tiempo que se llevaba sin campeonar, porque Alianza Lima no vive de los resultados, vive de la pasión de su gente, del amor de los blanquiazules que cada fin de semana se reúnen a disfrutar del carnaval grone, de la calidad que sus jugadores transmitieron a lo largo de su historia.
Sin embargo, esa simpatía se transformó en hinchaje en el inolvidable clásico del 6-3, siendo más preciso en el cuarto gol anotado por Paulo Hinostroza. Más que por el gol, meagradó mucho la celebración de ese gol. Fue un instante único, especial, que me enganchaba para siempre con el eterno amor: Alianza Lima. Fue pasar por encima del eterno rival.
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Ser hincha de Alianza Lima es lo mejor que me ha pasado en la vida. Es celebrar los triunfos y también poner el pecho en las derrotas. En mis años de vida, he sabido saborear las burlas en el último periodo de las 18 temporadas sin campeonar, pelear el descenso en 2008 y sufrir con algunas decisiones que no nos fueron favorables. Pero también ha podido saborear la gloria de 1997, el festejo del Centenario, el bicampeonato de 2003-04 y el último título de 2006. Con esos logros, y cómo se dieron ¿Quién no quisiera ser hincha de Alianza?.
Este es solo el principio de la celebración. A Alianza lo celebramos toda la semana.