Luego de 29 meses, la tensa espera de una familia llegó a su final. El largo camino de un admirado padre concluyó que aquellos malos hinchas que acabaron con la vida de su hijo recibieron la pena máxima por parte de la justicia. Hoy por fin, más de uno puede decir: Descansa en paz, Walter.
David Sánchez Manrique Pancorbo («Loco David») y Jorge Roque Alejos («Cholo Payet») fueron condenados a 35 años de cárcel por haber provocado la muerte de Walter Oyarce Domínguez el 24 de setiembre de 2011 desde uno de los palcos del Estadio Monumental de Ate.
Me reafirmo en lo que dije en aquella lamentable oportunidad: «Lo que viene ahora, no será un clásico Alianza Lima – Universitario. Lo que pasará será el largo camino de un padre de familia por encontrar justicia en un país que muy pocas veces otorga condenas merecidas a aquellos que atentan contra la vida de las personas».
Quien escribe estas líneas, tuvo la suerte de conocer a un hombre sereno a pesar de la lamentable pérdida de su hijo. Don Walter no perdió la confianza en que la justicia iba a sentenciar con la pena máxima a estos desalmados que confundieron el fútbol con la matonería. ¿Qué querían comprobar? ¿Qué buscaban violentando a los simpatizantes rivales? ¿Localía? ¿Respeto? Sencillamente, Sánchez Manrique y Roque Alejos se ganaron el repudio incluso de seguidores de su mismo equipo, quienes condenaron estos lamentables hechos que estuvieron por encima del clásico mismo del fútbol peruano.
Y que esta condena siente de una vez por todas un precedente en el fútbol peruano: Basta ya de barras bravas, de matones disfrazados de hinchas. El fútbol es el deporte más hermoso del mundo, un deporte popular en el Perú y por tal razón, un motivo de unión para que el padre de familia lleve a su hijo al estadio y disfrute de su equipo favorito. Basta ya de violencia, de crímenes, de corrupción en la cancha.
Solo quiero ser breve para decir que la tarea de Don Walter no termina aquí. Anunció que con el millón de soles de reparación civil, trabajará para reformar a los malos simpatizantes y convertirlos en protagonistas de una fiesta bonita llamado fútbol. Desde aquí, solo puedo decirle a Walter hijo, al hincha de Alianza Lima, al amigo… Descansa en paz (ahora si, como Dios y la justicia mandan).