La palabra »señorita» ha generado más de un debate en Francia. Dos asociaciones FEMINISTAS lanzaron una campaña que exige el quite de la casilla «señorita» que aparece en las planillas de los bancos y administraciones.
Explican que detrás de ella, dicen, se esconde un doble rasero para tratar a mujeres y hombres.
En las planillas del banco, en los documentos administrativos y demás trámites, las francesas tienen que elegir entre ser «señora» o «señorita». En otras palabras, se les pregunta si están o no casadas, mientras que los hombres sólo pueden ser «señor». Las asociaciones feministas Chiennes de Garde y Osez le féminisme, que intentan terminar con esta costumbre, acaban de lanzar la campaña «Señorita, una casilla de más», para exigir que se quite esta casilla.
Las asociaciones consideran que el uso de dicha palabra trasmite cierta visión de la mujer y establece una diferencia de tratamiento entre hombres y mujeres. Laurence Waki, autora de un libro sobre este tema («Madame ou Mademoiselle»), comparte su opinión. Para ella, el término «señorita» refleja una infantilización de las mujeres. «Cuando alguien respeta a una mujer, siempre la llama señora», explica. «En los restaurantes de lujo, por ejemplo, todos los meseros la llamarán así».
Esta diferencia, incluso, puede tener consecuencias en la vida diaria. Al menos eso es lo que cree el internauta ThB, que escribió en su blog Viedemeuf: «esta mañana en el mercado, el vendedor me llamó ‘mi amor’, y luego ‘señorita’. Pero cuando le pedí que me llamara ‘señora’, dejó los apodos y empezó a tratarme de usted’, relata. «Es que cuando alguien piensa que no estás casada, no te respeta», concluye.
Donde más parece perjudicar a las mujeres, es en el área laboral. «En este caso, el uso de señorita es muy desdeñoso y sinónimo de poca experiencia. Algunas personas incluso lo usan delante de tus estudiantes», explica Laure Bereni, que es socióloga y profesora de universidad. «No sólo es el reflejo de una situación personal, sino también de tu posición jerárquica». Con otras colegas, Laure Bereni acaba de publicar una carta abierta para pedir al ministerio francés de Cohesión Social que se abandone el uso de todo tipo de tratamiento en las listas para las elecciones del Consejo Nacional Universitario.
El uso generalizado de la palabra «mademoiselle» se remonta a un poco más de un siglo. La legislación francesa no exige su uso. Sin embargo, mientras ha desaparecido en muchos otros países como Reino Unido, los países escandinavos, o Canadá -donde llegó a ser un insulto- sigue siendo muy común en Francia.
Pero, no todas las asociaciones feministas están de acuerdo con esta campaña. Algunas ven el uso de la palabra como algo sin demasiada importancia. La presidenta de Paroles de femmes, Olivia Cattan, explica que es importante el poder de las palabras y reflexionar sobre ello, pero que puede ocultar cosas más importantes. Para ella, también es importante actuar, y la prioridad de su asociación es luchar contra del alto nivel de precaridad que existe entre las mujeres.