En el Cusco, el Inti Raymi represente la más importante celebración religiosa andina, que data desde la época del Imperio de los Incas, quienes conmemoraban el inicio del “tiempo circular” que se realizaba cada solsticio de invierno en los Andes.

En la época del Tahuantinsuyo, el Inti Raymi era el más importante de los cuatro festivales celebrados en el Cusco, de acuerdo a relatos del Inca Garcilaso de la Vega en sus “Comentarios Reales”. La celebración duraba 15 días, donde habían bailes, sacrificios y muchas ofrendas al emperador inca.

Esta ceremonia, se realizaba en la plaza Huacaypata (hoy, Plaza de Armas del Cusco), con la asistencia de toda la población. El solsticio de verano, sucede el día más corto y la noche más larga del año. Durante la época incaica, ese hecho revestía fundamental importancia, pues era el punto de partida del nuevo año, que se asociaba con los orígenes de la propia etnia inca.

Pero, esta celebración fue abolida por el virrey Francisco de Toledo en 1572, considerando al Inti Raymi como una ceremonia pagana y contraria a la fe católica. No fue hasta 1944, que Faustino Espinoza Navarro, ejecutó una reconstrucción histórica de esta ceremonia, basándose en los relatos del Inca Garcilaso de la Vega, logrando que el evento sea público y a la vez, un gran atractivo turístico.

Actualmente, el Inti Raymi tiene un carácter de espectáculo, tanto para los turistas como para los propios cusqueños, generando mucho entusiasmo y una participación masiva.

La representación se inicia frente al Coricancha, donde un inca ficticio realiza una invocación al sol. Los espectadores, esperan en la explanada del Sacsayhuamán,  hacia la que el cortejo se desplaza de inmediato. Éste ingresa al escenario llevando al inca en su litera por grupos que representan a los pobladores de los cuatro suyos. Después se procede al sacrificio de una alpaca y el inca invoca a su padre el Sol.

El espectáculo es un derroche de colorido, música y danzas. El Inti Raymi es parte inseparable del Cusco y su fama ha trascendido las fronteras peruanas y también, dentro de ellas, ha sido el ejemplo para otros festivales de la identidad nacional, como el Cóndor Raymi.

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