Por qué despedí a mi secretaria

La mañana del día que cumplí 45 años no me sentía nada bien cuando me levanté.

Fui a desayunar sabiendo que mi esposa estaría contenta y me diría «Feliz cumpleaños» y quizás hasta hubiera un regalo para mí, pero ella ni siquiera me dio los buenos días.

Yo dije dentro de mi: bueno, quizás mis hijos se acuerden. Los niños vinieron a desayunar y no me dijeron ni una sola palabra.

Cuando fui a mi oficina me sentía totalmente deprimido y en el camino iba pensando: «Ni siquiera el perro se mostró agradecido. Vaya manera de celebrar mi cumpleaños. A mi familia le importo un pepino.»

Al entrar en mi oficina, mi guapa secretaria me dijo: Buenos días jefe y ¡Feliz cumpleaños!

Ahí empecé a sentirme un poco mejor. Al menos ella se acordaba de mí.

Después de innumerables reuniones y telefonazos, ya cerca de las dos de la tarde entró mi secretaria y me dijo: ¿Sabes?, hace un día precioso y además es tu cumpleaños, ¿Qué tal si vamos a almorzar?

Yo pensé que ésa era la mejor cosa que había oído en el día, así que nos fuimos y en vez de ir a comer al lugar acostumbrado, fuimos a un sitio mucho más tranquilo y discreto. Comimos y nos tomamos varias copas. La comida estuvo deliciosa y nos divertimos bastante.

De regreso a la oficina, ella dijo: ¿Por qué desperdiciar este ambiente? No volvamos a la oficina, Te invito a mi casa donde te puedes tomar la penúltima copa o lo que quieras.

Una vez en su apartamento puso música suave (por cierto, una de mis piezas preferidas), la luz tenue y me dijo de la manera más prometedora:
¡Si no te molesta, voy al dormitorio a cambiarme y a ponerme algo más cómodo. Ahora regreso…

Yo la dejé ir, pues la situación no me molestaba en absoluto. Ella entró en su habitación cerrando la puerta a su paso y a los seis minutos regresó con un gran pastel de cumpleaños, seguida de… mi esposa, mis hijos, y algunos empleados de la oficina, todos ellos cantando:

¡¡Feliz cumpleaños !!

… Y allí estaba yo, desnudo en el salón, sólo con las medias puestas.

¿No la habría despedido Ud. también?

Esposo sincero

El Jefe salió de la oficina y encontró a su secretaria en el paradero del bus. Estaba lloviendo torrencialmente. El paró su carro y
preguntó:

– ¿Quiere que la lleve a algún lugar?

– Claro! respondió ella, entrando al auto.

Al llegar al edificio donde ella vivía, él paró el auto y ella lo invitó para subir al departamento:

– Señor fue muy gentil conmigo, desviando su camino. Por favor, suba un ratito para tomar algo, un cafecito o un whisky.

– No gracias, tengo que ir a mi casa…

– Por favor señor suba solo un ratito, aunque sea.

El subió, atendiendo el gentil pedido de su secretaria. Mientras él tomaba un trago, ella fue a su cuarto y luego
de un rato, volvió muy sexy y perfumada.

Después de algunas copas, quién puede aguantar una situación así? El cayó literalmente en brazos de ella. Fueron a la cama y ocurrió lo que estaba previsto, y acabó
durmiéndose.

Alrededor de la 4:00 a.m., se despertó súbitamente, miró su reloj y se sobresaltó.

Se vistió, mientras pensaba cómo solucionar esta situación, e inmediatamente dijo a su secretaria:

– ¿Me puede prestar un pedazo de tiza? – Ella le entregó el pedazo de tiza, él lo colocó detrás de la oreja y se fue para su casa.

Al llegar, encontró a su mujer, loca de rabia e inmediatamente comenzó a contarle que al salir de su oficina, estaba lloviendo torrencialmente y ofreció a su secretaria llevarla a su casa.

– «Al llegar allí, me invitó a subir para tomar un trago, ella fue al baño y volvió con un baby doll muy sexy y transparente. Después de algunos tragos, acabamos yendo a la cama e
hicimos el amor. Me quedé dormido y desperté recién ahora».

La mujer dio un grito histérico y dijo:

– ¡Mentiroso… sinvergüenza…! ¡Estabas en el bar, jugando billar con tus amigotes!. ¡Ni siquiera sabes mentir! ¡Además, te olvidaste la tiza en la oreja!!