Los secretos del Caldo de Gallina

¿Qué misterios encierra el Caldo de Gallina? Las clásicas ‘Leyendas Urbanas’ indican que se trata de una sopa que reconstruye las energías perdidas durante el día. Su presencia origina algunos cambios de ánimo en quienes tienen la suerte de probar su sabor. También es considerado dentro del folklore de un pueblo. Lo cierto es que el Caldo de Gallina es desde hace mucho tiempo, parte de nuestra Cocina Peruana gracias a sus múltiples bondades.

Durante los años 50, en el mercado de La Parada en La Victoria, se servía un famoso caldo de gallina que logró ser reconocido en varios distrito, extendiéndose a zonas poco humildes y conviertiéndose en el plato revitalizante por excelencia.

El éxito en las ventas se alcanzaba a las cinco de la mañana, siendo los cargadores y comerciantes los más asíduos consumidores. Ante tal suceso, las vendedoras aprovecharon el espacio libre que tenían para vender y levantaron las ‘carpas’, que los acondicionaron para el consumo del potaje. Fue así que La Parada se hizo conocida en Lima gracias al ingenio de las señoras y su mano especial para el Caldo de Gallina.

Enormes ollas donde más de una gallina hervía durante horas. Y sus leales acompañantes fueron fideos largos y no muy gruesos, kion y huevos. Además de la cebollita china y su limón que le daban un interesante aporte aromático y el ají de ley. Así fue como se iban gestando los Caldos de Gallina en las carpas de La Parada y La Victoria.  Las carpas de un color verde y avisos más que llamativos lograban captar la atención de los comensales que madrugaban de su horario nocturno en el trabajo o de alguna fiesta familiar o amical. Los consumidores lograban recuperar fuerzas y sobre todo las conciencias para seguir con su vida normal.

Con el transcurrir de los años, las avenidas Grau, Nicolás Arriola, Habich, Canadá, Evitamiento y Alfredo Mendiola eran los ‘point’ para el caldito de gallina despertador. El éxito del negocio obligó a formalizarlo y en la década del 80, aparecieron los locales cuyo lema era »Caldo de Gallina: 24 horas», desterrando el concepto de marginal y entrando a un mercado mucho más sotisficado. Algunos tendrán más presa que el otro, a uno le vendrá con dos huevos y a otro no, unos comerán en tazón y otros en plato hondo, pero la escencia nunca faltará.

Desde los S/. 4 en las históricas carpas hasta los S/. 14 en los restaurantes más formales, el Caldo de Gallina seguirá siendo un plato de tradición en Lima, cómplice perpétuo en nuestras amanecidas inevitables y salida perfecta en la escaces de manjares en nuestra despensa.

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