Irregular. Ese es el tránsito de Alianza Lima en el Torneo Descentralizado, más precisamente en la Liguilla. Vamos cuatro fechas en esta fase y luego de dos triunfos consecutivos, llegaron otras dos derrotas fuera de Matute y la preocupación sigue latente en medio de los hinchas.
Ayer, se perdió (nuevamente) ante Juan Aurich. Fue 1-0 y Alianza dejó la imagen de ser un equipo luchador. Pero para ganar un partido, no es necesario tener las ganas y el coraje para hacerlo, sino también los medios para poder superar al rival, así sea en las condiciones difíciles que siempre ofrece Chiclayo (la cancha sintética y el viento en contra).
El Aurich se impuso por tercera vez en el año. Fue 1-0 con dominio total de los chiclayanos, quienes convirtieron en figura a Salomón Libman. Pero, el gol de Kahn se dio casi en el inicio del segundo tiempo y esa ventaja le permitió a Juan Aurich, manejar el balón ante un Alianza desordenado y también desconcertado.
Esta derrota debe volver a ser un llamado de atención en lo que respecta al objetivo de Alianza en esta pelea por escapar lo más antes posible del descenso. »Felizmente», se vienen dando algunos resultados como las derrotas de Cienciano y Sport Boys, que siguen enfrascados en esa pelea por no descender, aunque por lo que venimos analizando, el cuadro rosado ya tiene pie y medio en la Segunda.
Sinceramente, y no quiero pecar de mala leche, pero quisiera que este 2012 termine de una vez para Alianza. Seamos realistas, pues son siete los puntos que nos aleja del sétimo lugar que otorga el último cupo a la Copa Sudamericana (por ahora, de propiedad del Inti Gas).
El camino en la Liguilla es muy complicado y eso lo advertimos en anteriores entradas. Este fin de semana, toca recibir en Matute a la Universidad César Vallejo, que viene embalado y con ansias de seguir en la pelea por quedarse con la Liguilla. Las preguntas comienzan a rondar ¿Ganará Alianza? ¿Volverá a su buena racha? En realidad, el vaivén del equipo de José Soto ha sido una constante esta temporada, mala para unos y pesadilla para otros.
Foto: La República