El número de divorcios y de separaciones viene en constante aumento con el correr de los años y las consecuencias no solo afectan a las parejas sino también a los hijos (más aún si de niños se trata).
Con la separación de los padres, los hijos están ingresando en situaciones para los cuales no están preparados. Pese a se piense que es mejor que la pareja se separe a que continúen viviendo situaciones tormentosas, esa separación afectará sin duda a los hijos.
Si el niño está viviendo situaciones no idóneas como peleas, discusiones que terminan en maltrato, alcoholismo en los padres o drogas, sí será beneficioso que sus progenitores se separen.
Está comprobado que el niño sufre mucho más en situaciones en que los padres son infelices viviendo juntos que cuando deciden vivir separados. Es importante considerado que al tomar la decisión de la separación, los padres deben analizar primero la relación con los hijos, los cambios que ellos pueden sufrir, las razones que tendrán que presentar a los hijos y en especial, que la decisión a tomar no afecte ni comprometa a las necesidades básicas de los niños, pues ellos continuarán necesitando de cariño, cuidados, atención, apoyo, comprensión, etc.
Aunque separados, la pareja jamás dejará de ser padres para sus hijos. No se puede olvidar que los niños tienen derechos y necesidades básicas como la alimentación, el alojamiento, el cuidado de su salud, la educación y el vestir. El cumplimiento de estas necesidades será importante para el desarrollo de los niños.
Por otro lado, los niños solo se sentirán seguros si existe un clima de confianza, respeto y afecto entre sus padres. Considerando estos derechos, los padres deben ofrecer una educación basada en valores como el optimismo, la responsabilidad y la familia, otorgando a sus hijos una convivencia civilizada, integradora y social.
Y también, los padres separados deben seguir atentos al comportamiento de sus hijos y darles más compañía, no solo durante el tiempo de visitas establecidas.