La temporada de verano se ha iniciado y con el correr de los años, muchos grupos médicos y diversos especialistas, han ido previniendo sobre los peligros que puede ocasionar la alta exposición al sol. Pero también hay casos en que muchos padres acudirán a los balnearios por primera vez en compañía de sus menores hijos.
Generalmente, todo niño le tiene miedo al agua cuando es la primera vez que acude a una playa o a una piscina. Este temor es normal pero con la seguridad que le otorguen sus padres puede ir desapareciendo poco a poco.
Empecemos aclarando el porqué del temor de los niños al agua. Básicamente sucede por temor a la inseguridad física, causado por cierto anticipo mental del daño que el niño podría sufrir en un medio totalmente desconocido para él.
Ahora, también hay que considerar que el niño puede tener ese temor como consecuencia de la «presión» de sus propios padres, quienes al repetir de manera constante «no tengas miedo», le dan a entender a su hijo que algo malo puede ocurrir.
El miedo la agua también puede ser ocasionado por algún trauma vivido, presenciado y hasta soñado por el niño.
¿Cómo acabar con ese miedo?
Para que los niños aprendan a superar su miedo (no sólo al agua sino también en general) es básico que los padres tengan suficiente paciencia para con ellos.
Hay que dejar que ese miedo vaya disminuyendo paulatinamente, sin necesidad de retarlos o llenarlos de miedo. Hay que darles seguridad, ingrediente básico en el proceso de crecimiento del niño de cara a la formación de su personalidad.
Nunca se le debe dejar suelto en el agua sin que ellos estén de acuerdo. Tampoco, debe ser sometido a humillaciones por lo que sus amigos si lo pueden hacer, pero él no.
Mientras vaya avanzando en su aprendizaje, es importante que los padres premien o motiven su esfuerzo con palabras de ánimo y aliento. Esta actitud positiva animará a los niños a que aprenda cada vez más rápido y seguro.
Para que ellos se vayan familiarizando con la piscina o el agua de mar, los padres pueden sentarse con sus hijos en el borde o la orilla y realizar una serie de actividades que a los pequeños les hará entrar en confianza con el mundo marino. Pueden por ejemplo patalear en el agua o pasear al borde mientras se le cuenta algo entretenido para que vaya olvidando la palabra miedo.
No olvide tener en cuenta que se deben evitar las horas puntas de sol, más aún si el niño no tiene más de un año de edad. Es recomendable acudir a la playa con los niños en las primeras horas de la mañana o casi al finalizar la tarde. La piel de ellos es muy sensible y las quemaduras podrían ser constantes.