Pero, los transgénicos no cumplen con estas promesas pues contrariamente, usan más químicos, generan problemas en el ambiente y en la salud, crean desempleo y marginación, contaminan cultivos esenciales de las economías y aumentan la dependencia económica.
La ingeniería genética se basa en incertidumbres y no en conocimientos:
Estudios aparecidos en publicaciones científicas afirman que los dogmas centrales de la genética desde la década de 1950, podrían estar fundamentalmente equivocados. Lo grave es que sobre este dogma central ¿equivocado? se están produciendo a gran escala organismos transgénicos que van a parar a nuestros alimentos, medicinas y a la biodiversidad circundante.
Presentan riesgos para la salud:
Si fuera una tienda y en un anuncio de galletas viera: ”no hay pruebas de que sean malas para la salud” ¿las compraría?. La industria biotecnológica no busca estas pruebas. En 2004, se encontraron resultados científicos alarmantes: alergias en campesinos debido a que inhalaron polen de maíz transgénico.
Tienen impactos sobre el medioambiente y cultivos:
La contaminación transgénica del maós contaminarán los demás cultivos, por polen, viento e insectos. Los cultivos insecticidas pueden afectar a otras especies que no son plaga de los cultivos,tal como se comprobó que el polen de maíz Bt afecta a las mariposas y en países de gran biodiversidad, los riesgos se multiplican.
No son solución contra el hambre:
Según los promotores de los transgénicos, debemos aceptar todos sus riesgos pues necesitamos más alimentos para la creciente población mundial. Pero, la producción de alimentos no es la causa del hambre en el mundo. En la actualidad, se producen 3500 calorías diarias por habitante del planeta, cerca de dos kilos diarios de alimentos por persona. cifras suficientes para la obesidad. El hambre no es un problema tecnológico sino de injusticia social y desequilibrio en la distribución de los alimentos y la tierra para sembrarlos.
Cuestan más y rinden menos:
Cuando Estados Unidos comenzó con los transgénicos en 1996, el uso de agroquímicos aumentó en 23 millones de kilos.
Los cultivos transgénicos también producen menos. El cultivo más extendido, que es la soya tolerante a herbicidas (61% del volumen de transgénicos en el mundo) produce entre de 5 a 10% menos que la soya no transgénica. Las semillas transgénicas son más caras que las convencionales. Esto hace que en algunos casos, aún cuando provisoriamente haya un pequeño aumento de producción, éste no compensa el gasto extra en semilla.
Privatizan la vida:
Los transgénicos están patentados en manos de las mismas empresas que los producen, lo que es un atentado ético. Son patentes sobre seres vivos y representan una violación flagrante a los ”Derechos de los Agricultores” reconocidos en Naciones Unicas como el derecho que tienen los agricultores a guardar su semilla para la próxima cosecha. Las patentes impiden esto y obligan a los agricultores a comprar semillas nuevas cada año y si no lo hacen, son considerados como delincuentes.
Comments are closed.