Comida chatarra. Es una palabra temida en nuestros días, en especial entre los niños y jóvenes quienes presentan mucho desorden al momento de la alimentación, factor clave en su proceso de crecimiento.
Comida es lo básico para subsistir. Se conoce como alimentación al proceso que la persona desarrolla de manera consciente para comer y beber estos alimentos, lo que da lugar al mecanismo de la biología conocido como nutrición.
Chatarra es un término que hace referencia a un material de desecho. Es aquello que no sirve o que no tiene ningún valor.
Estas dos definiciones nos permiten acercarnos a la idea de comida chatarra. La alimentación, como fenómeno influenciado por la cultura, la economía y el entorno social, implica una determinada selección y preparación de los alimentos.
Es por ello, que hablar de comida chatarra, se refiere a los grandes alimentos que presentan grandes cantidades en grasa, azúcar o sal.
Por sus componentes, la comida chatarra genera un efecto particular en quien la ingiere. El apetito se incrementa al igual que la sed. Esto, si que este tipo de alimentos aporte sustancias nutritivas al organismo ocurriendo lo contrario: las grasas y el resto de los ingredientes de la comida chatarra pueden provocar trastornos en la salud (como el desarrollo de obesidad).
Las empresas dedicadas a la producción y comercialización de este tipo de domida, tienen un gran negocio al ofrecer alimentos que provocan más apetito y sed, lo que hace que los consumidores sigan comprando.
La comida chatarra también se asocia a la facilidad de elaboración (por eso se habla de comida rápida), al bajo precio (suele ser barata) y al ocio (los adolescentes se reúnen en restaurantes de comida basura).
Las hamburguesas, las papas fritas y las gaseosas o refrescos de gran tamaño suelen ser el menú típico de las cadenas de comida chatarra, además de los snacks, que comúnmente se incluyen en el refrigerio de los niños en las escuelas en lugar de las frutas o jugos naturales.