Golpear, gritar, insultar, humillar e incluso ignorar a un niño simplemente no educa, sino que perpetúa el ciclo de violencia, deformando sus sentimientos y capacidades como individuo.
A menudo, las conductas de maltrato son protegidas por una cierta cultura de posesividad, donde los hijos son catalogados y tratados como objeto o producto bajo la hipótesis de que »los padres saben siempre lo que hacen». Per, los padres son inconscientes de lo nocivo de dichas conductas.
No es sano castigar a un niño por lo que siente, pues las emociones, aún las agresivas son en principio una realidad y por lo tanto válidas y deben expresarse por un conducto inteligente.
Los padres están en la obligación de corregir a sus hijos, es su responsabilidad guiarlos por el buen camino, aunque a veces parezca insignificante la falta que comentan, se le debe dar la importancia que merece.
En alguna oportunidad, hemos tenido que vivir situaciones de castigo físico. Un azote o una cachetada fueron empleados por nuestros padres para frenar la rabieta o desobediencia de los hijos y se convirtieron en escenas cotidianas en nuestra sociedad que a muchos no les parece muy raro y nada cuestionable.
¿Por qué pegan los padres a sus hijos?
Hay muchos motivos:
-Porque lo consideran oportuno para la educación de sus hijos.
-Porque lo utilizan para descargar sus nervios.
-Porque carecen de recursos suficientes para afrontar una situación difícil.
-Porque no poseen las habilidades necesarias para conseguir lo que desean.
-Porque no definen las situaciones sociales en las que las emiten.
-Porque no consiguen controlar sus emociones.
Si reflexionamos sobre los motivos que llevan a los padres a pegar a sus hijos, nos podemos dar cuenta de que carecen de sentido. La sanción física no debe ser justificada y no convence como una manera de educar, pues producen daño a los hijos y también a los padres por lo que su erradicación es una ética obligación.
¿Cómo cultivar la autoridad?
-Evita los extremos: ni sobreproteger ni el extremo de desentenderse.
-Debes ser un ejemplo acorde con lo que predicas, entre tus palabras y cobras (coherencia).
-Debes establecer una jerarquía de consecuencias ante el mal comportamiento.
-Procura no emplear palabras que hieran, al contrario que ayuden y construyan un entendimiento en su entorno.
-Puedes proponer una conducta meta para que tu hijo la alcance, con acuerdos y plazos fijos.
-Si a la firmeza con flexibilidad y cariño.
-Cuando sea necesario, niégate en una forma clara y sencilla.
-El objetivo es aprender sin pegar, corregir por la conciencia y el respeto por la palabra y la disposición de pertenecer al grupo familiar.
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