El proceso de clasificación a un Mundial no es tarea fácil. En el camino podemos ganar partidos bien jugados como ante Paraguay o caer con sendos errores en defensa como ante Chile. Pero, el mensaje universal de este equipo es claro: Dará pelea hasta el final por clasificar al Mundial.
Perú ha mostrado una buena cara en estas dos primeras fechas de las clasificatorias. Quizás no hemos visto una gran expresión de fútbol, pero hay compromiso por la camiseta, algo que se perdió en anteriores procesos. Jugadores como Claudio Pizarro o Santiago Acasiete, saben que esta es su última oportunidad para lograr ganar algo con la selección, mientras que figuras como Farfán, Vargas, Guerrero, etc, saben que están en la plenitud de su carrera, en el momento idóneo para dar el tan esperado salto al Mundial.
Sin embargo, estas dos primeras fechas nos han mostrado a un jugador importante: Rinaldo Cruzado. Debo confesar que no estuve de acuerdo con su llamado por parte de Markarián, pues lo consideré un jugador lento para afrontar un proceso tan complicado como lo son las eliminatorias. El propio Cruzado se encargó de darme la contra y se convirtió en pieza clave en el esquema de Markarián, un jugador con recuperación, con tenencia de balón, con pausa, con precisión en el pase largo y con llegada, como le sucedió ayer con los dos disparos que estrelló al palo.
Quizás, el punto flaco de Perú sigue siendo la defensa. Esta bien que Paraguay no exigió mucho el viernes, pero Chile si, y desnudó ciertas falencias en la zaga peruana. Primero, consideré que el partido era para Guizazola por derecha en lugar de Revoredo, teniendo en cuenta la velocidad de Beusejour por su zona, pues el segundo gol chileno llegó por ahí. Segundo, hay que trabajar en la recuperación de Carlos Zambrano y convertir ya a Santiago Acasiete en una pieza de recambio. El defensa del Almeria acusa ya el peso de los años y ayer, el primer gol de Chile lo comprobó. Alberto Rodríguez tuvo un partido regular, no tan solvente como ante Paraguay, mientras que Yotún fue más empeño y se fue cansando con el correr de los minutos con sus idas y vueltas.
Los cuatro fantásticos:
Es bueno tener optimismo, tener a jugadores de extraordinario presente en Europa, pero tampoco debemos pretender que sean los salvadores del fútbol peruano. No olvidemos cuál es nuestra realidad: Somos los últimos de Sudamérica y el proceso del cambio no se dará de la noche a la mañana con cuatro estrellas en un gran nivel en sus respectivos clubes.
Paolo Guerrero, Jefferson Farfán, Claudio Pizarro y Juan Manuel Vargas han dado a dar señales de ser un grupo de temer para todos los equipos en competencia, pero tampoco pidamos que los cuatro anoten todos los goles que nos den un pasaje al Mundial. Cada uno de ellos cumple un papel específico en el terreno de juego: Vargas en la salida con potencia por izquierda, Farfán con su velocidad y habilidad por derecha, Pizarro con su aguante y potencia para entrar al área (sino analicen su asistencia en el gol de Paolo a Paraguay y su gol a Chile) y Guerrero saliendo a buscar el balón y buscar la definición. Tenemos capital para hacerle daño a cualquier defensa y generar muchas situaciones de peligro.
Este equipo si da para pelear: Hace cuatro años, tras la caída en el Estadio Nacional de Santiago, se notó a la salida de los jugadores la resignación hacia un camino incierto (que derivó en una paupérrima eliminatoria). Ayer, el mensaje fue claro, el camino será difícil, pero hay otra actitud y hay el apoyo incondicional del hincha que por fin, se siente identificado con esta selección. Despejemos los insultos a Pizarro, las malas caras por una mala decisión de Markarián o las veces que Vargas o Farfán no logran conjurar una combinación. La Selección necesita del apoyo total del hincha y el hincha debe tener conciencia que así como ganamos de forma brillante, también podemos perder partidos. Esto recién empieza, no hay que perder la cabeza porque el camino a Brasil se define con la disputa de otras 16 fechas.
La próxima parada, el 15 de noviembre ante Ecuador en el Atahualpa de Quito.