¿Por qué eres hincha de Alianza Lima? Me preguntaron una vez en una reunión de amigos. No lo pensé mucho hasta que me hicieron otra re pregunta: ¿Desde cuándo eres hincha de Alianza Lima?
Ahí varia un poco el contexto de esta historia y el “responsable” de este fanatismo, quien tiene la “culpa” de que año a año la blanquiazul se imponga a mi propia sangre, se llama Paulo Hinostroza Guzmán, el “Churre”.
No fue Waldir, no fue Jayo, no fue Muchotrigo ni mucho menos Pepe Soto. Fue Paulo Hinostroza el responsable en que convierta una simpatía por los colores azul y blanco, en una religión de por vida.
Y es simple, porque Alianza Lima no es un mero club de fútbol. Para sus hinchas, para quienes semana a semana convivimos con esta pasión, el club de La Victoria, el que se formó en 1901 en la calle Cotabambas, es un estilo de vida, es el deseo de crecer, de vivir cada gol con una intensidad bárbara, de gritarlo con toda el ALma hasta quedarse sin garganta y perderse en lo más profundo de la algarabía.
Y eso me pasó a mí en el inolvidable 6-3 ante el compadre en Matute. Mientras los hinchas del otro equipo intentaban hacerse escuchar en medio de aquella fiesta de clásico, Hinostroza hizo suyo el partido con uno de los goles que más he gritado como hincha de Alianza (con el perdón de Flavio y su joya en 2006).
Pero no solo es el gol. Es ver el video y emocionarse con ver cómo todo Svr se viene abajo, la celebración del equipo y mejor aún, aquella euforia de la “Arañita” Muchotrigo en medio del mar blanquiazul incontrolable, enloquecido y completamente fuera de sí.
No puedo contener la emoción mientras escribo estas líneas y al mismo tiempo, me transporto a la narración de Toño Vargas y es como si estuviera en Matute en ese partido. No puedo evitar el deseo de buscar a Hinostroza, darle la mano y preguntarle cómo demonios hizo para ganarle la carrera a Morán y anotar en un ángulo complicado.
Ese fue el inicio del idilio que tengo con Alianza Lima y que me llevó a disfrutar momentos intensos como el título del 97, el del Centenario, el bicampeonato 2003-04, el título nacional del 2006, el golazo de Quinteros en un clásico del 2003, o el de Tagliani en la Libertadores de ese año. El 5-1 a Cristal en el 2002, la goleada a Estudiantes en la Libertadores 2010, los momentos en que Alianza fue capaz de arrancar los aplausos más sonoros de sus tribunas y las promesas de amor eternas.
Pero también tocó sufrir los momentos malos como los 18 años sin título, la muerte de los Potrillos de 1987, de Sandro Baylón y los líos dirigenciales que hoy no vale la pena recordar. Hoy, nos toca celebrar con Alianza estos 112 años de vida, llena de fútbol, de gloria, pasión y religión. En mi caso, me toca recordar la tarde en que decidí ser hinchas de ALIANZA LIMA, la tarde en que Paulo Hinostroza me enseño a querer y amar, no esta camiseta, sino la piel blanquiazul que envuelve mi alma, mi corazón y mis sentimientos.
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