El valor de la televisión

Vivimos en una tierra de nadie como se dice popularmente. La vida de Ruth Talía Sayas terminó de una manera cruel, víctima de la ambición de su expareja, enceguecido por el dinero o de repente, porque su honor ha sido mansillado de una manera absurda.

Esto genera miles de especulaciones y miles de responsabilidades, pero al fin y al cabo, una pregunta que desde hace mucho tiempo, nos venimos realizando: ¿Qué hacer con el contenido televisivo en el Perú?

Desde hace mucho tiempo se ha perdido la ética, los buenos programas amenos y divertidos. Ahora, las ‘’producciones nacionales’’ son meras copias de realitys, como los bailes, algunas teleseries, programas concursos que en realidad aburren y ahora, un programa donde un grupo de jóvenes son encerrados por tres meses, conducido por dos ladrillos que no tienen ni carisma. Esa es la realidad televisiva actual.

Pero, si nos centramos en el tema de Ruth Talía, pues ha sido fácil responsabilizar a Beto Ortiz y a ‘El Valor de la Verdad’ en todo este asunto. Quizás, si Ruth Talía no aparecía en ese programa, su familia no estuviera lamentando esta realidad, pues su agonía comenzó aquel 7 de agosto, cuando la joven admitió haber sido trabajadora sexual incluso estando con enamorado.

Especulaciones van y vienen. El rating fue el principal beneficiado en una historia donde una familia sufre por la perdida de una de sus integrantes, otra sufre por la ausencia de un familiar, culpado por un crimen. Los periodistas juzgan y crean dimes y diretes entre televisoras, buscando a los responsables sin saber que el principal, ya está en los tribunales a la espera de una condena, que posiblemente será la cadena perpetua.

¿Cuándo la televisión peruana dejó de ser un puente para una sana diversión? ¿Desde cuando, los intereses de un canal superan las necesidades del televidente, que ahora es víctima del morbo?

Son varias preguntas, que nos deben llamar a la reflexión y saber elegir lo que realmente queremos ver. Los canales han confundido muchos conceptos respecto a la diversión y solo venden programas chatarras que no benefician en nada al público televidente y pueden, incluso, ocasionar crímenes como el de Ruth Talía.