Lejos de la venta normal de ilusiones, de portadas que nos venden a los jugadores de la Sub 20 como el futuro del país, es importante mantener los pies sobre la tierra aunque en realidad, eso sea tan complicado ante la algarabía de la afición.
No quiero ser aguafiestas, ni pecar de pesimista. Pero muchos creen que lo hecho por el equipo de Ahmed en Argentina ha sido el techo al que se podía llegar. ¿Cómo comprobarlo? Con la recepción en el aeropuerto, con la cobertura de los medios a los temas alejados del fútbol en sí, etc.
Debemos seguir siendo cautos. Esta bien lo hecho por la Sub 20 en Argentina, pero no olvidemos que en tema menores seguimos siendo uno de los últimos del continente, con un trabajo mal organizado desde la Federación Peruana de Fútbol, que no ha sabido respetar los procesos en estos últimos años, ni siquiera el de Juan José Oré con la Sub 17 del 2007.
Perú se encontró con una atmósfera distinta en el Sudamericano de Argentina. Felizmente se quitó esa idea de jugar los cinco partidos de primera fase y regresar sin pena ni gloria a casa. Ahmed tuvo aciertos en inyectar una idea de juego a este equipo, pero también tuvo sendos errores en lo que respecta la planificación del partido (más precisamente en los cambios).
Perú careció de oficio para jugarle a equipos que hoy aparecen con ligera superioridad en trabajo formativo de jugadores, como Uruguay, Colombia y Chile. Queda la tranquilidad por el material humano que se ganó en este proceso juvenil, pero que eso sirva para que en el futuro, no se vuelvan a cometer los mismos errores.
Mantengamos la cautela amigo aficionado. No convirtamos en ídolos a jugadores que no han ganado nada. El camino de ellos recién empieza y demostraron tener cualidades para sobresalir en este deporte, solo que deben ser bien llevados y no influenciados por ambiciosos representantes y periodistas mermeleros.